Esta semana concluye un año más sin darnos tiempo siquiera de voltear a ver todo lo que sucedió. Sin duda, no solo para mí, el tiempo pasó volando y, cuando menos esperaba, ya estaba entrando en la última semana de diciembre; este es el último escrito de este año 2023 y me complace recordar todo lo trabajado durante su transcurso. Por ahí dicen que si no se aprende nada nuevo al terminar el año, es un año perdido. No creo que sea así, pero sí creo que el constante aprendizaje siempre nos hace mejores y más sabias personas. El conocimiento siempre se agradece, la experiencia nos da herramientas para comenzar con mayor firmeza el año por venir, sin miedo a lo que venga y con todas las ganas posibles.
Han sido años difíciles, sí, pero este en particular ha sido el que más se ha disfrutado después de los estragos de la pandemia. Los festejos ya pudieron ser más abiertos, los festivales de la escuela pudieron tener aforo de los padres nuevamente, los eventos masivos volvieron a relucir, los salones de clase cada vez se parecen más a los que estábamos acostumbrados, los recintos deportivos ya no tienen límite de capacidad, entre un sinfín de etcéteras. En definitiva, un año para recordar, un año qué agradecer, porque no existe mejor regalo que el volver a la normalidad, esa normalidad que nos resulta en ocasiones monótona y aburrida, pero cuando nos la quitan nos damos cuenta de cuán importante es en nuestras vidas. Hoy por hoy valoramos más las libertades que tenemos, el tiempo que pasamos con nuestros seres queridos, las actividades que solíamos realizar de manera cotidiana, y ese es el mejor regalo que pudo dejarnos la pandemia si algo bueno le buscamos: regresarnos lo que por derecho era nuestro.
En el ámbito internacional también fue un año con bastantes noticias interesantes, como la primer misión Artemis I que encabeza los trabajos del regreso del hombre a la luna y que se llevó a cabo con éxito, la invasión Rusa a Ucrania que ha generado bastante hambre en el mundo debido a que entre ambos países generan alrededor del 30 por ciento del suministro mundial de trigo, la devaluación del Bitcoin que ha hecho perder mucho dinero a quienes apuestan por las criptomonedas, y la novela más interesante del año: la compra de Twitter por parte del multimillonario Elon Musk, la cual, sin lugar a dudas, fue el tema principal a lo largo de este 2022 y que terminó con más de la mitad de empleados despedidos de la compañía, más otros cientos que decidieron renunciar a causa de las nuevas políticas impuestas por el magnate. Al día de hoy aún se especula sobre el futuro de la red social del pajarito, pero esa historia la continuaremos en 2023.
Así, el próximo domingo nos recibe un nuevo año al que tenemos que abordar y navegar en él durante doce cortos meses, un año que seguramente nos prepara muchas nuevas noticias, tanto buenas como malas, pero tratando siempre de ir hacia adelante, aprendiendo de los errores y haciendo brecha para los que vienen tras nuestros pasos. Una nueva oportunidad de seguir aprendiendo el arte de ser esposa/esposo, madre/padre, hermana/hermano, hija/hijo y por qué no, profesionista. No hay peor lucha que la que no se hace y cuando uno no comete errores, ahí sí es cuando dejamos de aprender. Como bien lo citó Benjamin Franklin: "Un camino de mil millas comienza con un paso" y lo secunda William Shakespeare diciendo; “El pasado es un prólogo.” Es decir, los caminos no se recorren si no nos decidimos a emprender la marcha, y una vez emprendida siempre volteando a ver el pasado sólo como un aprendizaje, sin ataduras, sin miedos, con mayor experiencia obtenida de los errores cometidos y con la cabeza muy en alto. Muy feliz año nuevo, mi estimado lector, le deseo que esté lleno de prosperidad, pero sobre todo de mucha salud. Hasta el año entrante.
