El día de ayer se conmemoró el “Día Internacional de la Mujer”, el cual data como tal desde 1975 cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decretó el 8 de marzo como fecha en la que recordaremos la igualdad de género a nivel mundial a raíz de los abusos contra la mujer sólo por serlo. Sin embargo este movimiento tiene sus inicios como el “Día de la Mujer Trabajadora”, el cual se conmemoró por primera vez el 19 de marzo de 1911 en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza para ir sumando la participación de cada vez más países año con año. En México, además del también llamado 8M, se estipula desde 1961 que el 15 de febrero queda instituido en nuestro país como el “Día de la Mujer Mexicana”, pero no sólo eso, esta fecha tiene como antecedente el reconocimiento de los derechos políticos de la mujer en el país, el cual permite el voto femenino desde el 6 de abril de 1956 quedando constituido como el “Día de la Independencia Política de la Mujer Mexicana”.
Este movimiento ha tomado anualmente una mayor relevancia en la sociedad y las marchas cada vez cuentan con mayor afluencia lo cual no es para menos; lejos de celebrar el 8M, la idea principal es conmemorar y unirse al apoyo, la empatía y la solidarización con la mujer que indudablemente sigue siendo víctima de discriminación, acoso, desigualdad y en los casos más graves de violencia sexual y feminicidio. Para este último delito las cifras no son nada alentadoras: en los últimos siete años no han hecho más que aumentar pasando de 427 feminicidios en el país durante todo el 2015 a los 1006 que se registraron en 2021, es decir más del doble en ese “corto” lapso. Esto contando los datos que ofrece el mismo Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), pero la realidad de las cosas es que esos números pueden ser engañosos dada la incidencia misógina y violenta que es una realidad en el territorio nacional que no se reporta y no forma parte de la estadística. Las comunidades marginadas y de bajos recursos suelen tener este común denominador y la denuncia pertinente no es una opción, entonces ¿en realidad cuántos feminicidios ocurren en el país al día? Es algo que probablemente nunca sabremos y es precisamente por eso que estas marchas no deberían quedar tan sólo como una protesta más que se realiza año con año, sino deben servir para concientizar a la ciudadanía del problema real para que tome acciones necesarias en el núcleo familiar a fin de evitar que estas acciones se sigan presentando en el mediano y largo plazo a través de nuestros hijos.
La violencia de género es uno de los protagonistas de nuestra sociedad y para 2021 México contabilizó 3 mil 462 mujeres asesinadas tan sólo hasta noviembre, de las cuales 992 fueron víctimas de feminicidio. Sin duda es un problema arraigado con el cual debemos luchar, pero ¿cuál es el método más eficiente para atacar este cáncer? Los programas sociales definitivamente no han demostrado una eficiencia, las organizaciones no gubernamentales que apoyan a las víctimas de la violencia de género tienen la mejor de las intenciones, sin embargo las afectadas no acuden a ellas por miedo, por vergüenza e incluso por culpabilidad. ¿Entonces? Sinceramente y de manera muy particular creo que la forma más eficiente de frenar todas estas conductas contra la mujer es educando a nuestros hijos, actuar con el ejemplo, hacerles saber que no está bien el maltrato psicológico, moral y mucho menos físico o sexual. Enseñarle a nuestras hijas que no son un objeto y que no pueden atentar contra ellas en ninguna circunstancia, que hay quién pueda apoyarlas y que son lo más valioso de este mundo. Y no será una solución que refleje resultados en uno o dos años, pero por algo se tiene qué empezar, ¿no cree?
