ENCUADRES...¡BENDITAS REDES SOCIALES!

Cuando actores políticos, sociales o de la Academia han calificado a las redes sociales como “benditas”, no se han equivocado.

En ellas circulan noticias falsas y se propaga la llamada infodemia, pero también han permitido poner el centro de atención en actos heróicos, “restaurar nuestra fe en la humanidad”, como dicen muchos, volver los ojos de las autoridades a las problemáticas ciudadanas, volver en sí a cada usuario un actor con incidencia en múltiples esferas y, en suma, volver viral todo aquello que se sigue moviendo para bien del mundo.

En las redes sociales hemos visto exponerse casos como el de las famosos “ladies” o los “lords”, que han propagado masivamente denuncias de faltas al comportamiento socialmente aceptado, pero también hemos visto salir del anonimato a aquellos genios, artistas urbanos, escritores en potencia, fotógrafos que poco le piden a los profesionales, emprendedores y demasiadas personas que, sin estas plataformas, no tendrían ni por un minuto la atención y el empuje o reconocimiento necesario para seguir haciendo frente a la vida con su más noble labor.

Y es que casi una cuarta parte de la población mundial está ahora en redes como Facebook, por citar una, y debido a que las redes sociales se alimentan de las interacciones entre las personas, se vuelven más poderosas a medida que crecen.

Gracias a Internet, personas de colectivos minoritarios pueden ver que no están solas. Y cuando estas personas se encuentran entre sí a través de las redes sociales, pueden hacer cosas que van desde crear memes, publicaciones y mundos en línea completos que refuerzan su visión, y luego irrumpen en la corriente principal.

Sin las redes, los problemas sociales, éticos y ambientales tendrían una visibilidad mínima, tal como señala un postulado de los desarrolladores de Estudio Alfa.

Así, la mayor visibilidad de los problemas ha desplazado el equilibrio de poder de unas pocas manos a las masas. Y cuando las masas tienen poder, son capaces de cosas increíbles.
Todo esto lo digo porque en Monclova, recientemente vimos un claro ejemplo de este poder masivo que las redes dan al ciudadano.

Vimos salir del anonimato a un indigente cuyo nombre sabemos ahora que es José Ausencio. Y vimos también cómo, gracias a un video viral, esta misma semana podrá reencontrarse con la familia y el hogar que no tiene desde hace 26 años.
En mis tiempos de universitario, en eras de apocalípticos e integrados, parafraseando a Umberto Eco, siempre fui reacio a creer que el fin último de los medios de comunicación recayera en el usuario.

Hoy, aunque conservo cierto escepticismo, celebro que los medios poco a poco se han humanizado. Que la humanidad se da cuenta cada vez más del poder que tiene y que en cualquier momento, cualquier punto del espacio, puede volverse un nodo central. Todo, gracias a las redes sociales… ¡Benditas redes sociales!

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