De cosas varias... El diablo anda suelto
Luis Rodríguez / El Tiempo de Monclova
El diablo anda suelto
Días muy ajetreados con respecto a temas de seguridad son los que se han vivido en la región. Tantos que es imposible abordarlos todos en un mismo texto. Y es que parece que los ‘días santos’, lejos de generar una atmósfera de paz y armonía, dieron rienda suelta a los más bajos impulsos de los ciudadanos, quienes, con la justificante de contar con días de asueto, aprovecharon para abusar de la fiesta terminando no siempre como se esperaba.
Así, desde conductores ebrios manejando autos que terminan dentro de las viviendas de gente que, sin deberla ni temerla, de pronto tiene un coche en su sala o cocina, hasta actos de violencia contra la mujer que terminan en agresión sólo por llevar unas copas de más, nos topamos también con uno de los temas más graves que siguen presentándose al día de hoy y peor aún, en nuestra localidad: otro feminicidio.
Apenas iniciando la semana nos cayó como balde de agua fría esta noticia, una mujer más es asesinada a manos de su pareja sentimental sumergida hasta la asfixia en un bote con agua. Algo que por nada del mundo debemos normalizar y tomar como un acto común en nuestra sociedad y es por eso que un grupo de mujeres se manifestó en una marcha exigiendo justicia para Alicia, quien contaba con apenas 23 años de edad.
Los antecedentes eran claros: compañeros y amigos cercanos a la pareja siempre estuvieron enterados de que la relación que el presunto asesino, de nombre Juan, y Alicia tenían, siempre estuvo llena de peleas, celos e insultos que al pasar del tiempo se fueron acrecentando hasta terminar en este fatal suceso. La pareja, ante sus constantes peleas, terminaba ‘separándose’ de manera repetitiva para después ‘volver’ y fue esta última reconciliación la que terminó asesinando a la joven Alicia; Juan, con la propuesta de matrimonio con la que llegó pidiendo el perdón, logró, una vez más, que la víctima creyera por enésima ocasión en su promesa de cambio. Cambio que evidentemente fue para mal.
Es entonces cuando nos preguntamos si realmente vale la pena sólo estar viendo de lejos lo que a kilómetros es evidente. Cierto es que los consejos no pedidos son consejos no oídos y por más que tratemos de hacer entender a nuestros amigos o seres queridos de que su relación está en una etapa tan grave que puede llegar a este tipo de extremos, simplemente terminaremos como alguien que quiere involucrarse de más en la vida privada de otros; como un metiche, pues.
En lo personal soy del tipo de persona que piensa en el ‘vive y deja vivir’ como ley de vida, pero en ocasiones es imposible ver y no hacer. ¿Cómo ayudar a alguien que no cree necesitar ayuda? ¿Cómo evitar una posible muerte sin quedar como el tonto de la película? En el mayor de los casos, después del ‘pleito’, la pareja inmiscuida en este tipo de relaciones tiende a reconciliarse para repetir el círculo vicioso y quien apoya a la parte afectada, termina siendo el inmiscuido metiche que no tiene vida propia.
¿Vale la pena ver a una madre más que pierde a su hija? ¿Vale la pena ver a dos hijos que pierden a su madre? Me parece que no, pero eso sólo podremos frenarlo alzando la voz y tomando acciones, no sólo como los chinitos: milando.
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