Apuesta pintor oaxaqueño por un arte con responsabilidad social
AGENCIAS / EL TIEMPOA su regreso a la ciudad de Oaxaca, después de realizar sus estudios de Bellas Artes en la Universidad de Londres, en Inglaterra, la primera oportunidad que tuvo el artista José Santos para exponer su trabajo fue en una de las salas del entonces Museo del Palacio, que ahora alberga las oficinas del titular del Poder Ejecutivo en el estado.
Pese a que tenía material pictórico y gráfico, la indecisión sobre qué exponer permeaba. Pero había algo más que le molestaba al punto de no lograr concentrarse: la mayoría de sus vecinos tenían perros en sus azoteas, algunos amarrados, asoleándose y en condiciones de franca desnutrición.
Decidió entonces comprar un tinaco de agua. Lo llevó al Museo del Palacio y lo llenó de comida para perro. A un lado colocó una bandeja con agua, colgó una placa con una explicación sobre su instalación y ordenó que la sala no se abriera hasta la inauguración. El resultado fue desagradable para los asistentes y para los organizadores. El olor de la comida para perros se concentró en la sala y nadie intentó siquiera leer su explicación.
La intención del artista era generar conciencia sobre el trato a los animales y a la naturaleza, cuenta. Cuando era niño, en su hogar tenían un perro al cual amarraban. En esa época "la ignorancia era brutal" y se le daba a los animales un trato utilitario, como un objeto que ayuda a cuidar una casa de la misma forma que un tinaco sirve para almacenar agua.
Para José Santos, el artista tiene una responsabilidad social, es como "ser un vocero". La gran mayoría de los artistas, sostiene, ven el arte como un modus vivendi, como un negocio para tener éxito y vivir muy bien. "Creo que los artistas estamos muy perdidos en temas económicos y políticos. Creo que nuestra escuela es muy pobre".
José Santos nació en la ciudad de Oaxaca el 21 de mayo de 1971. A los 10 años se dio su primer acercamiento con el arte, porque su madre lo inscribió a un curso de pintura en la Casa de la Cultura, harta de que rayara las paredes del hogar y que usara sus labiales para ello.
Entre sus recuerdos está la primera clase, en la que dibujó una jirafa. En el receso caminó por los pasillos del recinto y vio las clases de pintura para adultos. "Tenía una ventana y yo me sentaba en esa ventana y recuerdo el olor del óleo, eran cosas muy abstractas y yo veía toda su mesa llena de tubos de pintura, espátulas, aceites; yo ya quería más".
A los 24 años decidió irse a estudiar a la Universidad de Londres, por su interés en artistas ingleses. Pensó en estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Oaxaca, pero lo que vio no le agradó: pensó que se convertiría en un vago. "Te juro que me dio miedo porque había puro chavo afuera fumando, los salones vacíos, uno que otro haciendo su grabado y dije, yo me voy a convertir en un vago. Como que voy a perder la vida, no voy a ser nadie aquí; de verdad yo quería aprender, que alguien me guiara, por eso le saqué".
José Santos se sostiene sobre la responsabilidad social del artista porque no es un ente aislado, subraya. En él, la ética, el respeto hacia la naturaleza y el compromiso social son fundamentales en su obra. Además, afirma que no se puede hacer una buena obra si no hay un buen tema.
"Yo a veces dejo de pintar, de hacer cerámica, de hacer grabado porque no tengo nada nuevo que decir".
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