Sam Barsky: el hombre que teje sus propios 'souvenirs'
AGENCIAS / EL TIEMPONUEVA YORK, 26 agosto.
El sofá del salón de Sam Barsky rebosa de decenas de coloridos jerséis amontonados que lleva tejiendo desde hace 21 años, la mayoría con motivos de lugares que luego visita y en los que se fotografía con su prenda cosida con paciencia en su casa de Baltimore para después difundirlo en las redes sociales.
En una entrevista telemática, para la que se ha vestido con un suéter con un motivo marítimo inspirado en algún lugar de la costa entre La Coruña y Vigo, en Galicia (España), Barsky explica cómo lo que empezó siendo un pasatiempo, se acabó convirtiendo en su modo de vida.
CAMBIAR LAS AGUJAS DE HOSPITAL POR LAS DE TEJER
"Estaba asistiendo a una escuela de enfermería, porque quería ser enfermero. Pero, en aquel entonces, tenía problemas y no podía mantenerme de pie por mucho tiempo, por lo que dejé enfermería" dice, antes de confesar que "mirado en retrospectiva, estoy contento de lo que hice porque creo que no hubiera disfrutado siendo enfermero en tiempos de la COVID-19. Creo que hubiera sido demasiado para mí".
Transcurrían los últimos años del siglo XX y tras realizar algunos cursos de formación, incluidos de informática, Barsky decidió probar con las agujas de tejer, aunque confiesa que no le resultó fácil encontrar a alguien dispuesto a enseñarle el arte de tricotar.
"Mi primer instructor quería que empezara haciendo bufandas primero y luego suéteres, y entonces encontré otra mercería en la ciudad, cuyo dueño me dijo que podría empezar directamente haciendo jerséis", cuenta Barsky, que detalla que tras los dos primeros modelos, elaborados con lana de un solo color y sin ningún motivo decorativo, se lanzó a la aventura de hacer de sus prendas recuerdos de paisajes y, más tarde, souvenirs de viajes.
Rememora que su primera prenda con motivos la tejió siguiendo un patrón de la revista de costura de Vogue, que se llamaba el "mapa del mundo".
"Pero después de ese reto quería hacer algo incluso más difícil y no encontraba ningún patrón. Entonces pensé: '¿Por qué no hago yo mi propio diseño?", dice Barsky, que insiste en que los motivos que más le atraían eran los naturales.
Tras intentar elaborar varios bocetos sobre papel, se dijo a sí mismo que lo podía hacer improvisando, dirigiendo la lana con las pinceladas de las agujas tejedoras, y así lo hizo.
UN MODO DE VIDA
Cuenta que cuando estaba trabajando es su segundo suéter, en el que estampó un bosque, unas montañas y un estanque con patos, decidió que quería dedicarse a tejer toda su vida.
"Me llevó mucho tiempo llegar a ese punto, pero al final lo logré", confiesa, mientras en ocasiones rebusca entre la montaña de prendas un jersey que mostrar.
Ahora, vive ofreciendo conferencias sobre su experiencia y clases de tejer, además de vender a través de su página web camisetas impresas con los motivos de su jerseys, unas piezas originales que asegura no están a la venta.
La Torre Eiffel de París, un puente sobre los canales de Venecia o el monumento de Stonehenge en el Reino Unido son algunos de los monumentos internacionales que Barsky ha inmortalizado en sus jerséis y en fotos donde aparece en esos lugares posando vestido con la pieza hecha a mano.
LA INSPIRACIÓN ESTÁ EN CUALQUIER PARTE
Pero, sobre todo, sus piezas se ambientan en paisajes locales y de distintas partes de EEUU, desde las pirámides de Las Vegas, hasta el letrero de Hollywood, pasando por postes de la luz, un tranvía de Baltimore, un campo de fútbol americano, una pista de patinaje o su última obra: La cercana montaña de "Sugar loaf", en el estado de Maryland.
Por la pandemia, dice, solo viaja a lugares a los que se puede in en coche y puede ir y regresar en el día.
"Cualquier cosa que se cruza delante de mis ojos es un jersey potencial", dice mientras como ejemplo enseña uno con unos postes de la luz, que dibujó después de fijarse en ellos cuando conducía.
Sin embargo, asegura que no se le ha pasado por la cabeza tejer ninguna prenda con algún motivo relacionado con la COVID-19 porque, según remarca, no quiere "sacar provecho de la tragedia".
"Es la peor tragedia que el mundo ha visto en décadas y no quiero aprovecharme, no creo que sea justo capitalizarla", dice con seriedad.
UNA PASIÓN QUE NO PUDO INCULCAR EN SU MUJER
En alguna de las fotos que muestra orgulloso también aparece su mujer, Deborah, a quien Bansky intentó, sin éxito, inculcar su pasión por las prendas hechas a mano.
"Primero, ella no teje. He intentado introducirla en esto antes, pero no está interesada. También le he hecho algunas piezas, sólo porque quería que lo intentara, pero realmente no es lo suyo", agrega.
Su objetivo, una vez se termine la pandemia y pueda volver a recuperar su actividad habitual, es tejer al menos un jersey con un monumento representativo de cada uno de los 50 estados de Estados Unidos y "de tantos destinos internacionales como pueda".
"Tengo una larga lista de lugares a los que quiero ir, quiero hacer jerséis de estos lugares y viajar a ellos, aunque no pienso que pueda ir a todos a lo largo de mi vida", concluye Barsky, que acaba de cumplir 45 años.
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