Polarizar, el papel de Rusia en las elecciones
AGENCIAS / EL TIEMPOComo parte de una intervención sobre operaciones de manipulación, Andrii Derkach, miembro del Parlamento de Ucrania, fue incluido el pasado 10 de septiembre, junto con tres empleados de la Agencia de Investigación de Internet de Rusia, en la lista negra del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
Ese mismo día, el gigante informático Microsoft encendió las alarmas sobre actividades disruptivas en el espacio cibernético de EU relacionadas con piratas informáticos rusos del grupo Strontium. Dos semanas más tarde, Facebook lanzaba un comunicado anunciando la desconexión de tres redes fraudulentas con 214 cuentas, 35 páginas y 18 grupos, todas coordinadas desde Rusia y enfocadas en Siria y Ucrania, así como en otros países, incluyendo la Unión Americana.
Los casos no son aislados, siguen un común denominador, son de autoría rusa y supuestamente intentan influir en las elecciones presidenciales estadounidenses, tal y como se había anticipado tras los comicios de 2016, cuando Moscú lanzó una agresiva campaña para apoyar la candidatura de Donald Trump, según expuso la Comisión de Inteligencia del Senado encargada de examinar la injerencia rusa.
"Vemos que Rusia tiene interés en el futuro de la democracia y el sistema político estadounidense, por lo que hay en curso actividades en el espacio de la información y la desinformación como presenciamos en 2016", dice a EL UNIVERSAL Kristine Berzina, investigadora del German Marshall Fund of the United States.
"Prácticamente la campaña inició desde el día en que terminaron las elecciones anteriores, aunque las operaciones rusas en contra de Estados Unidos han sido una constante durante décadas". No obstante, afirma, a diferencia de la era soviética, las nuevas tecnologías y la popularidad de las redes sociales permiten que las campañas sean más sofisticadas y de mayor alcance.
De acuerdo con el centro de investigación Rand Corporation, las campañas se ejecutan a través de múltiples canales y consisten en la diseminación de información dirigida a influir, perturbar y corromper la toma de decisiones.
Fuera del espacio cibernético, hay operaciones encubiertas, como la realizada por Derkach, entre finales de 2019 y mediados de este año, dirigida a promover "narrativas falsas y sin fundamento" sobre funcionarios de EU.
Sin señalar directamente al régimen de Vladimir Putin, el FBI y la Agencia de Seguridad Cibernética e Infraestructura (CISA) advierten que uno de los objetivos en 2020 podría ser la creación de contenido dirigido a desacreditar el proceso electoral y socavar la confianza en las instituciones.
El pasado 22 de octubre, el director de Inteligencia Nacional de EU, John Ratcliffe, alertó que Irán y Rusia habían obtenido información de votantes estadounidenses y estarán tratando de interferir en las elecciones del 3 de noviembre, una versión que rechazaron Teherán y Moscú.
Trump ha generado la duda de que podría no aceptar los resultados si no le favorecen y ha cuestionado la seguridad del voto por correo.
"La percepción sobre el sistema electoral es muy importante. Sabemos que la confianza es algo que puede romperse fácilmente", señala Berzina. "Cuestionar los comicios antes de las elecciones no ayuda, no fortalece la democracia".
Trasfondo
El objetivo de generar discordia y polarización en la sociedad de EU, no es poner o quitar un candidato, sino alterar las realidades al interior de Rusia. "Para Putin y sus secuaces, lo más importante es permanecer en el poder y legitimar su sistema político ante el pueblo ruso. Es un asunto de estabilidad del régimen, no de seguridad de Estado (...) El tipo de narrativa promovida por las fuentes rusas está dirigida a debilitar las democracias de Europa y EU, porque son vistas como una amenaza al presentarse como alternativa al régimen en términos de éxito económico, prosperidad y bienestar", considera Berzina.
"La esencia de las operaciones informáticas es proyectar en casa una visión negativa de la realidad en Occidente". Afirma que entre mayor sea la inestabilidad y la falta de cohesión entre los socios trasatlánticos, más fortalecida es la narrativa que muestra a Occidente como débil y a Rusia como potencia fuerte. "No hay un interés preciso por apoyar a un candidato en particular. Para el régimen ruso el objetivo central es mostrar debilidades particulares de la democracia occidental y liberal".
Berzina sostiene que para estas presidenciales, EU se ha preparado mejor para enfrentar la actividad de actores externos al proceso electoral, aunque el sistema no está completamente permeabilizado. "Mucha atención se ha prestado a la seguridad cibernética, a la responsabilidad ciudadana y al sistema electoral, pero la pregunta es si las personas son hoy menos susceptibles a ser víctimas de la desinformación que en el pasado (...) Lo que más preocupa es aquello que no sabemos. Se ha hecho mucho para evitar los problemas presentados hace cuatro años, pero sabemos que así no opera el espacio cibernético, por lo que es difícil adelantarnos ante la próxima amenaza, no sabemos qué viene".
Sin candidato
Kadri Liik, investigadora del European Council on Foreign Relations y conocedora del Kremlin desde adentro, no prevé que Moscú intervenga en las elecciones del 3 de noviembre. Sostiene que la oficina de Vladimir Putin no tiene preferencia entre los candidatos ni motivo para lanzar una operación coordinada como la que permitió que Trump llegara al poder. "Putin tiene capacidad para controlar el proceso y lo haría si lo quisiera", dice.
"Pero me sorprendería mucho ver a los servicios de inteligencia realizar operaciones de infiltración y de piratería informática para favorecer a uno u otro candidato. Aunque podría equivocarme, la política en el Kremlin es cada vez más fragmentada y son cada vez más los actores que operan de manera descoordinada".
Sostiene que la divulgación de noticias falsas y la proyección de una imagen manipulada sobre las elecciones de EU por parte de medios y redes sociales rusas no debe verse como intervencionismo, sino como parte de una guerra en curso, ejecutada por actores dispersos que operan en piloto automático para erosionar, en lo posible, el consenso occidental.
"En 2016, el hackeo de cuentas del Partido Demócrata y la filtración de correos electrónicos fue trabajo ruso, como ha reconocido (...) Putin (...) El motivo era básicamente mostrarle a Hilary Clinton que era vulnerable frente a Rusia. Dos semanas antes de las elecciones estuve con Putin y mi impresión fue que no esperaba el triunfo de Trump. Se estaban preparando para la presidencia de Clinton y unas relaciones en alta tensión", dice Liik.
Afirma que la operación de 2016 no produjo nada positivo para Moscú, más allá de un presidente que les es "simpático", pero incapaz de producir resultados. "De Trump no esperan nada, aunque Putin tiene simpatía por él. Con Biden anticipan una relación áspera, pero al menos habría la posibilidad de prolongar algunos de los programas de control armamentista, como el New Start, el tratado de reducción de armas estratégicas que Trump piensa abandonar. Con ambos hay algo que ganar y que perder", señala Liik.
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