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Muere el 'Comandante cero', amigo de la CIA y Fidel Castro

Muere el 'Comandante cero', amigo de la CIA y Fidel Castro
EL UNIVERSAL / AGENCIA
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En una entrevista con este diario en agosto de 2018 en su casa en Managua, Pastora evidenció sufrir complicaciones por el mal de Parkinson.

El nicaragüense Edén Pastora Gómez, el famoso "Comandante Cero" de las guerrillas comunistas y anticomunistas de Nicaragua de las postrimerías del siglo XX, murió este martes en la madrugada a los 83 años en Managua, confirmaron fuentes oficiales en esa capital.
Aunque se carece de información oficial sobre las causas de la muerte y la familia la atribuyó inicialmente a un infarto, numerosas versiones que tampoco fueron confirmadas de manera independiente por EL UNIVERSAL aseguraron desde mayo anterior que Pastora resultó contagiado por la pandemia de coronavirus.
En una entrevista con este diario en agosto de 2018 en su casa en Managua, Pastora evidenció sufrir complicaciones por el mal de Parkinson.
Nacido el 22 de enero de 1937 en Ciudad Darío, del norcentral departamento (estado) de Matagalpa, vivió casado por más de medio siglo con la costarricense-nicaragüense Yolanda Torres Jirón y dejó 21 hijos de cuatro matrimonios y seis romances.
En la cúspide de su vida de rebeldía política, de 1978 a 1986, Pastora fue contradictorio consigo mismo y concitó animadversión y simpatía, dentro y fuera de Nicaragua.
Como guerrillero izquierdista, se unió en la década de 1970 en Nicaragua a la oleada insurgente comunista impulsada por Fidel Castro en América Latina y el Caribe desde Cuba a partir de 1959 y se integró al entonces guerrillero y actual gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que en 1979 logró el derrocamiento por las armas de la dictadura dinástica, derechista y pro—Estados Unidos de la familia Somoza.
Como rebelde anticomunista, se asoció en el decenio de 1980 en Costa Rica a la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de Estados Unidos, para combatir al FSLN y la expansión comunista fraguada por Cuba y la Unión Soviética en los países latinoamericanos y caribeños y que, en ese periodo, se focalizó en Centroamérica y con énfasis en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
Pastora se convirtió en uno de los más de 20 políticos nicaragüenses afines al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, que sorpresivamente murieron en al menos los últimos 50 días. Todos esos fallecimientos fueron adjudicados de manera extraoficial al Covid-19, aunque este periódico tampoco consiguió confirmaciones independientes de que se produjeron por ese padecimiento.
Ortega y Murillo minimizaron el golpe de la pandemia en su país, se negaron a decretar una cuarentena y otras medidas de urgencia y establecieron un hermetismo y un misterio sobre las causas de esos decesos y sin achacarlos al virus.
Traidor. Derrotado política y militarmente, depuso las armas en 1986 y luego, en otra de sus sorpresivas y controversiales actitudes, en los últimos 10 años del siglo XX comenzó a reconciliarse con el FSLN y con Ortega, que en 1981 le sentenciaron a muerte por traidor a la revolución sandinista inaugurada en 1979 y a 20 años del triunfo de la cubana.
Pastora saltó a la fama mundial el 22 de agosto de 1978 como "Comandante Cero" por encabezar un comando de 25 hombres y mujeres del FSLN que se apoderó del Palacio Nacional de Nicaragua, sede del parlamento de ese país, y tomó más de 3 mil rehenes, como parientes, diputados y otros socios de la dictadura somocista.
A sangre y fuego, y en una denominada "Operación Chancera", el comando penetró a Palacio, en el corazón de Managua, se enfrentó a tropas del régimen del general y presidente Anastasio Somoza Debayle, y ocupó ese que fue uno de los nervios políticos del aparato dinástico somocista que gobernó en Nicaragua desde 1934. (Somoza fue asesinado en 1980 en su exilio en Paraguay).
Con la amenaza de matar a los retenidos, Pastora y su grupo lograron la liberación de 69 presos políticos, recibieron medio millón de dólares y viajaron en la mañana del 24 de agosto en avión a Panamá, tras unas 45 horas de crisis. La sorpresiva acción guerrillera acorraló a la dictadura, que cayó derrocada en 1979 por una insurrección armada conducida por el FSLN.
Al desarrollarse en el primer semestre de 1979 la fase final de la guerra de guerrillas del FSLN contra Somoza, Pastora dirigió el Frente Sur que operó en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua y recibió abundante ayuda bélica de Cuba. Castro (fallecido en 2016) logró concertar en esa etapa en La Habana la unidad de las distintas facciones sandinistas y la asistencia militar cubana a las fuerzas de Pastora fue clave para el sostenimiento de las operaciones insurgentes y lograr la victoria el 19 de julio de 1979.
Tras ejercer hasta 1981 una serie de cargos en el Ministerio del Interior de Nicaragua, durante la proclamada revolución sandinista, Pastora rompió con el FSLN y con sus antiguos cámaras de guerrilla y denunció que, por influencia de Cuba y de la ahora desaparecida Unión Soviética, el proceso revolucionario se desvió al comunismo y perdió su esencia nacionalista, nicaragüense y democrática.
Pastora se alzó en armas, de 1982 a 1986, en contra del régimen del FSLN en bases en Costa Rica y recibió apoyo de la CIA, con pertrechos, asesoría y dinero.
Una cañonera de esa agencia se instaló en abril de 1984 frente a la costa del Caribe sur de Nicaragua y desde allí bombardeó posiciones gubernamentales nicaragüenses en la aldea de San Juan del Norte, para amparar y reforzar el avance de las tropas antisandinistas conducidas por el "Comandante Cero" que se apoderaron de ese poblado durante varios días.
Ese dato fue corroborado a este corresponsal por el propio Pastora en esas mismas fechas y precisamente en esa localidad en medio de la cobertura periodística por las hostilidades de la guerra, antes de que ordenara iniciar la retirada ante la inminencia de contraofensiva sandinista.
Un elemento central del accionar internacional del gobierno del entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, de enero de 1981 a enero de 1989, fue el incesante respaldo político, diplomático, financiero, militar y de inteligencia de Washington a la contrarrevolución nicaragüense en su pretendida tenaza sobre el FSLN en Nicaragua: por el sur en Costa Rica y por el norte en Honduras.
Pese a que, con la complicidad de sectores del gobierno de Costa Rica y por presión de Reagan, pudo desarrollar su accionar bélico contra Nicaragua desde suelo costarricense desde 1982, Pastora se vio obligado a cesar esas actividades por el ascenso en 1986 a la presidencia de este país de Oscar Arias, promotor de una salida pacífica a la crisis de Centroamérica. Por orden de Arias, Costa Rica dejó de ser la plataforma de la guerra de Pastora y de Reagan.
Cerrada esa vía, su figura e influencia se diluyeron y en 1990, con la derrota electoral de Ortega y el fin de la revolución sandinista, retornó a Nicaragua. Aprovechando su celebridad como "Comandante Cero", se postuló a la presidencia de su país en las elecciones de 2006, pero logró menos de 2% de los votos en unos comicios que fueron ganados por Ortega.
Sin rencor. Con aprietos económicos, y en coincidencia con el retorno de Ortega a la presidencia en enero de 2007, Pastora sepultó el pasado de odio y rencor al FSLN, se unió a Ortega y se transformó en uno de sus principales lugartenientes en el sur de Nicaragua y en una permanente disputa territorial con Costa Rica.
Enfermo y disminuido, en agosto de 2018 concedió en su residencia en Managua una entrevista a este diario en la que rememoró los sucesos de hacía 40 años. "El Palacio era un blanco eminentemente político. O se triunfaba o se moría. Lo pudimos hacer y cambiamos la historia de Nicaragua", recordó.
Con una sociedad hundida a partir de abril de 2018 en una aguda crisis política, socioeconómica e institucional en demanda de democracia, con multitudinarias protestas callejeras contra Ortega y Murillo, acusados de emular a los Somoza y reeditar una dictadura dinástica, Pastora nunca dudó en esa plática periodística en ratificar su lealtad a la pareja gobernante ahora ya hace 13 años.
Fiel a un lenguaje de la segunda mitad del siglo XX--imperialismo o antiimperialismo, capitalismo o comunismo o Washington versus Moscú—de guerra fría, se refirió a Estados Unidos y advirtió: "El imperio se molesta cuando los revolucionarios hacemos revolución".

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