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El 'peor pata de palo' por fin conocerá al Diego

El 'peor pata de palo' por fin conocerá al Diego
AGENCIAS / EL TIEMPO
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Eduardo Galeano y Diego Maradona no se conocían. Lo contó a Efe hace un mes Helena Villagra, la viuda del escritor uruguayo, cuando el '10' estaba a punto de cumplir 60 años. Hoy, el "peor pata de palo", como se definía el inolvidable autor de "Las venas abiertas de América Latina", por fin podrá conocerlo.

En ese cielo al que llegan cuando mueren los "mendigos de buen fútbol", como el autor montevideano se consideraba, Galeano aguardaba desde 2015 por ese día -seguro que deseando que fuera muy lejano-, no por esperado por el estado físico del exfutbolista, menos inesperado como ha sido este triste miércoles.

"No, no se vieron, porque arreglaron un encuentro en Buenos Aires, pero no pudo ser", había relatado un mes atrás Villagra, esposa de Galeano (1940-2015), uno de los más reconocidos escritores que incluyeron el fútbol en su obra.

Nunca sabremos qué hubiera surgido de esa charla entre dos personas con tantas afinidades futbolísticas e ideológicas. Lo que sí es conocido es que, después de las muchas líneas dedicadas por Galeano a Maradona, alguien tan poco dado a exhibir sus afectos como 'el 10' abrió su alma cuando supo que aquel había fallecido.

"Gracias por luchar como un 5 en la mitad de la cancha y por meterles goles a los poderosos como un 10. Gracias por entenderme, también. Gracias, Eduardo Galeano: en el equipo hacen falta muchos como vos. Te voy a extrañar", dijo en 2015 a La Nación.

Maradona, de quien el autor había escrito "el vengador de la derrota argentina en la guerra de las Malvinas, mediante un gol tramposo y otro gol fabuloso" en el Mundial de 1986, agregó en aquel momento: "Gracias por enseñarme a leer el fútbol".

Diego ya no va a extrañar más a Eduardo e incluso ahora podrán leer cosas juntos. Lo que es seguro es que podrán tener charlas interminables sobre fútbol y quién sabe si allá el '10' mantendrá, como escribió el uruguayo, la "insoportable responsabilidad de trabajar de dios".

En su búsqueda de la belleza balompédica, Galeano obtuvo del 'Pelusa' "las mejores horas de alegría y de placer" y siempre reconoció en él y el brasileño Edson Arantes do Nascimento 'Pelé' a los mejores futbolistas que vio en su vida.

Su libro "El fútbol a sol y sombra" (1995), biblia imprescindible para quienes defienden que deporte y letras pueden convivir, incluye ocho relatos en los que aparece Maradona.

En uno de ellos, "Gol de Maradona", narra un tanto del que fuera técnico de Gimnasia y Esgrima de La Plata cuando integraba los equipos infantiles de Argentinos Juniors, en 1971.

"El número 10 de Argentinos recibió la pelota de su arquero, esquivó al delantero centro del River y emprendió la carrera. Varios jugadores le salieron al encuentro: a uno se la pasó por el jopo (tupé), a otro entre las piernas y al otro lo engañó de taquito. Después, sin detenerse, dejó paralíticos a los zagueros y al arquero tumbado en el suelo, y se metió caminando con la pelota en la valla rival. En la cancha habían quedado siete niños fritos y cuatro que no podían cerrar la boca".

Pero, sin duda, es "Maradona" el relato que mejor disecciona al futbolista y sus circunstancias, su choque frontal con el poder y hasta la carga de 'ser' él.

"El estaba agobiado por el peso de su propio personaje. Tenía problemas en la columna vertebral, desde el lejano día en que la multitud había gritado su nombre por primera vez. Maradona llevaba una carga llamada Maradona, que le hacía crujir la espalda", detalla Galeano, que agrega: "No había demorado en darse cuenta de que era insoportable la responsabilidad de trabajar de dios en los estadios, pero desde el principio supo que era imposible dejar de hacerlo".

Quizá el más emotivo relato dedicado a Maradona sea "El parto", de "Bocas del tiempo" (2004).

Allí cuenta el nacimiento de Diego Armando y explica que su madre, doña Tota, "encontró una estrella, en forma de prendedor", en el suelo del hospital cuando fue a dar a luz.

"La estrella brillaba de un lado, y del otro no", narra Galeano en una mágica fábula de lo que luego sería su vida.

"Esa estrella de plata y de lata, apretada en un puño, acompañó a doña Tota en el parto. El recién nacido fue llamado Diego Armando Maradona", concluye.

Ahora, el más fervoroso creyente de la "religión" del fútbol, la única que, en su opinión, "no tiene ateos", por fin podrá toparse con, como escribió en "Cerrado por fútbol" (2017, póstumo), "el más humano de todos los dioses". 

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