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Consejo de la ONU, el reto para México

Consejo de la ONU, el reto para México
EL UNIVERSAL / EL TIEMPO
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También están las secuelas económicas de las medidas de confinamiento implementadas para frenar el Covid-19.

Ocupar un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas siempre es relevante, aunque instalarse entre 2021-2022, como aspira México, resulta aún más trascendental, considerando que ese periodo reflejará la herencia de la pandemia, los resultados de las elecciones presidenciales estadounidenses del 3 de noviembre, los impactos del Brexit y la creciente rivalidad entre dos superpotencias: China y Estados Unidos.
"Ser socio del Consejo de Seguridad es importante, principalmente para países pequeños y medianos, al ofrecer una plataforma para proyectar su política exterior y de seguridad internacional", dice a EL UNIVERSAL Elena Lazarou, investigadora asociada del Real Instituto de Relaciones Internacionales británico, conocido como Chatham House. Una evaluación similar hace en entrevista con este diario Sven Bischop, director del Programa Europa en el Mundo del Real Instituto de Relaciones Internacionales de Bruselas, Egmont.
En la sesión 74 de la Asamblea General de Naciones Unidas, que se realiza este miércoles, se nombrará a los cinco miembros no permanentes del Consejo de Seguridad que iniciarán funciones el 1 de enero de 2021 por un periodo de dos años. Debido a la pandemia por el coronavirus, la elección por votación secreta tendrá lugar sin sesión plenaria. Además de México, presentan candidaturas India, Kenia, Yibuti, Canadá, Irlanda y Noruega, para distintas regiones.
La votación tendrá lugar en un momento particularmente complejo debido a que el Consejo de Seguridad ha sido fuertemente criticado por no asumir un papel de liderazgo en la crisis del Covid-19. Por tensiones entre Washington y Beijing, quedó en el tintero una declaración de "cese general de hostilidades" dirigida a facilitar la lucha contra la pandemia.
"Ante una crisis de tal magnitud como la generada por la pandemia, las principales organizaciones multilaterales debieron haber asumido una postura firme. Era el momento indicado, pero el Consejo de Seguridad fracasó. Lo que es una señal de la época, del gran problema de tener dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad en abierta rivalidad geopolítica. El poder de veto de Estados Unidos y China está resultando en un bloqueo", sostiene Lazarou.
Candidatura azteca. La elección de los asientos no permanentes suelen darse en el contexto de una delicada partida de ajedrez internacional.
"Los nombramientos siempre son impredecibles, al final los intereses nacionales prevalecen", asegura Bishop.
Aunque para Lazarou la candidatura mexicana tiene elevadas probabilidades de prosperar, al contar con el apoyo de la región latinoamericana y de algunas naciones subdesarrolladas. Además, sostiene que la contienda por el escaño latinoamericano tiene lugar en un momento en que no es foco de controversia.
"América Latina regularmente es olvidada en el contexto de la política global. No creo que Andrés Manuel López Obrador tenga la mejor imagen de hacer política internacional, pero al tratarse de un asiento latinoamericano, no haber otros contendientes y porque francamente no hay ningún líder latinoamericano que goce de popularidad en el extranjero, México obtendrá el asiento".
Expectativas. Los investigadores ven en la candidatura de México una oportunidad para defender la cooperación internacional en tiempos de gran hostilidad hacia los instrumentos multilaterales. "Necesitamos países como México, en línea con el multilateralismo y la defensa de un mundo basado en normas y reglas", indica Bishop.
El autor de Estrategia Europea en el Siglo 21 considera que la reputación y experiencia acumulada (ha tenido asiento en 1946, 1980, 2002 y 2009) hacen de México un socio confiable y que puede desempeñar un papel constructivo en un momento en el que el mundo es testigo de la mayor rivalidad entre dos potencias desde la Guerra Fría.
"Tener uno de los grandes de América Latina ocupando un asiento del Consejo de Seguridad puede marcar la diferencia si así lo desea", sostiene Lazarou. "Si México, un país con influencia regional y miembro del G20, aspira a una política exterior más activa, este asiento ofrece la plataforma para hacerse escuchar", explica.
"Pero es difícil anticipar cuál será su participación, la política exterior de AMLO ha sido difícil de entender más allá de migración y las relaciones con Estados Unidos".
De asumir un compromiso constructivo, México podría tener una participación sustancial en aquellos ámbitos detonantes de conflicto e inestabilidad, como cambio climático, seguridad alimentaria, delincuencia, mujeres y paz. "Si la diplomacia mexicana se compromete con estos asuntos podría generar agenda y proyectar su imagen", indica la investigadora.
El que llegue a ocupar uno de los prestigiosos asientos del Consejo de Seguridad se topará con una agenda exterior altamente turbulenta. Independientemente del inquilino en la Casa Blanca, las relaciones entre Estados Unidos y China no mejorarán.
"La clave será evitar que esta rivalidad escale, porque incluso, ante un eventual triunfo demócrata en Estados Unidos, la rivalidad no desaparecerá. Será fundamental conservar el actual orden mundial", asegura Bishop.
Para el siguiente periodo, a la Unión Europea le quedará sólo Francia como socio permanente en el órgano encargado de mantener la paz y seguridad en el mundo, ante la retirada de los británicos. Bishop no prevé que Londres adopte su propia agenda internacional, aunque queda por ver cómo se comporta cuando la UE y EU no estén en la misma sintonía.
"Donald Trump ha debilitado la cohesión en Occidente y esa tendencia se profundizará [si gana un segundo mandato]". También están las secuelas económicas de las medidas de confinamiento implementadas para frenar el Covid-19.
Una de las funciones principales del órgano es el establecimiento de la paz a través del despliegue de fuerzas armadas bajo la bandera de la ONU, pero la presión financiera desencadenada por el desplome del crecimiento económico podría comprometer recursos destinados a la estabilidad en distintos puntos del planeta.
"Uno de los desafíos será mitigar los efectos del cambio climático y la pandemia. Es de esperar que tras la actual crisis aumente la pobreza entre las naciones menos favorecidas, habrá más guerras y migración", indica Bishop.

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