Se esfuma esperanza de edificio en Petén
AGENCIAS / EL TIEMPO
CD. DE MÉXICO.- A pesar de peticiones y reclamos de vecinos que rechazaban el uso de maquinaria en el levantamiento de las ruinas del edifico ubicado en las calles de Petén y Zapata, en la Delegación Benito Juárez, éstas fueron accionadas. Con el crujir de los motores de la retroexcavadora, comúnmente conocida como "mano de chango", se fueron las esperanzas de aquellos que aguardaron poco más de 72 horas.
Algunos aún esperaban que entre el polvo saliera un cuerpo, al principio, con vida, ya luego, sólo se conformaban con saber que los caídos tendrían un entierro digno. Alrededor de las 12:00 horas de ayer, arribó la ayuda internacional, personal de la la Unidad Militar de Emergencia (UME) de España, quienes entraron a la zona del colapso con canes especializados en detección de personas y cuerpos.
Los momentos fueron de suspenso, pues, sobre sus patas recaía la decisión de si se continuaría o no con la espera y búsqueda de humanos. Primero entró el can entrenado para buscar personas con vida; si ladra, denotó el Capitán Juan Carlos Piñas, hay vida, pero eso nunca pasó. Después, entró la canina especializada en la búsqueda de cadáveres, hubo silencio y unos momentos más tarde, éste se rompió con un ladrido. Con ello la esperanza resurgió, sin embargo, no perduró más de 5 minutos, pues resultó un "falso marcaje".
Esto se corroboró con la entrada de otro canino, con la misma especialidad que la anterior, con el objeto de olfatear el punto; el resultado fue el mismo. Aunque los expertos de la península ibérica llegaron con cámaras de fibra óptica, capaces de esquivar bloques de concreto, éstos no pueden usarse si no hay rastros de vida, explicó el Capitán.
La noticia provocó sentimientos encontrados entre los vecinos, quienes veían esfumarse la posibilidad de hallar a la familia que ahí moraba y que sigue desaparecida: Lance Urrea, compuesta por mamá, papá e hijo. La máquina fue encendida y el personal, que trabajaba sobre las ruinas de aquel edificio habitacional, apartado. Los puños cerrados, utilizados como un código de petición de silencio, no se levantaron más desde que se abrió la mano de chango.
Empero, voluntarios, observadores y ciudadanos mexicanos pedían otra oportunidad. "Es una desgracia, con mucha tristeza, sólo Dios sabe por qué dejó que esto pasara", indicó Carmela Rueda, vecina del lugar.
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