VANGUARDIA / EL TIEMPO
WASHINGTON.— Una “preponderancia de evidencia” indica que hubo presencia de armas químicas, incluidos “elementos” de gas sarín, en los tres sitios que fueron bombardeados por Estados Unidos y sus aliados la semana pasada, informó el jueves el Pentágono. Una conclusión final probablemente seguirá pendiente por un tiempo.
El teniente general de la Infantería de Marina Kenneth McKenzie dijo en una sesión informativa que Estados Unidos cree que el gobierno de Siria, seis días después de los ataques, todavía puede llevar a cabo “ataques limitados” pero que su capacidad para realizar investigaciones o mejorar sus armas químicas ha sido diezmada. Señaló que las reservas restantes de armas químicas “probablemente están dispersas por todo el país en varios sitios”.
McKenzie dijo que si las fuerzas sirias estaban considerando futuros ataques, “deben mirar sobre su hombro y estar preocupados de que los estamos observando y tenemos la capacidad para atacarlos nuevamente”.
La evaluación subraya la dificultad de obtener más evidencias definitivas sobre el presunto uso de armas químicas de Siria y de verificar el éxito de los aliados en cuanto a la destrucción de grandes depósitos de gas cloro o de sarín.
“Creemos que la absoluta preponderancia de evidencia es que había armas químicas” en los sitios atacados, incluidos “elementos de sarín” en el centro de investigación y desarrollo Barzah, en el área de Damasco, explicó McKenzie, quien también es jefe del Estado Mayor Conjunto. Esa zona fue la que más golpeada por el ataque con misiles de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña.
El teniente general indicó que es poco probable que Estados Unidos o sus aliados tengan acceso a los sitios donde el gobierno sirio supuestamente llevó a cabo los ataques con armas químicas contra su propio pueblo.
Estados Unidos y Francia señalaron que tienen evidencia de que se utilizó gas venenoso en el ataque perpetrado en la ciudad de Duma, al este de la capital Damasco, donde docenas de personas murieron, y de que el ejército del presidente Bashar Al-Assad estuvo detrás de él. Sin embargo, ninguna de las dos naciones ha hecho pública su evidencia. Siria y su aliado Rusia niegan que haya ocurrido un ataque de ese tipo.