LOS ANGELES, CA.- David Faitelson.- Siempre he pensado que la cancha es sólo un reflejo de lo que ocurre en una sociedad, en un país. Y el futbol mexicano es casi un retrato idéntico. No sé, todavía, de qué estoy más impactado: si de lo que han hecho el Guadalajara, Jorge Vergara, José Luis Higuera y Almeyda en pleno siglo XXI o de la frialdad e indiferencia que ha mostrado parte del futbol mexicano, del periodismo y hasta de la opinión pública en un tema tan delicado. Porque al final del día, no se trata del defensor de Chivas o de la Selección Mexicana. Se trata de un ser humano, de un trabajador y el futbol es un reflejo de cómo se trata en este país al obrero, al mesero, al campesino, al empleado, al oficinista y a unas personas que todos los días salen a trabajar con la misión de alimentar a su familia y hacer de esta una mejor nación.
Lo resumía muy bien una editorial del diario español El País: Pidió un aumento de sueldo y no sólo no se lo dieron, sino que lo "congelaron" seis meses, podría perderse el Mundial y yo agregaría que tiene sobre su cuello la implacable y angustiosa "espada" de los dirigentes del futbol mexicano con su famoso, deleznable y asqueroso -no se me ocurre otro epíteto- "Pacto de Caballeros".
Lo que me parece más increíble es que el medio futbolístico mexicano e incluso algunos sectores del medio periodístico lo vean con una pasividad y naturalidad asombrosa. Me hierve la sangre cuando de pronto escucho por ahí frases como: "El jugador tiene la culpa. Debía haber aceptado la oferta del Querétaro" o quizá la de: "Debieron ponerse de acuerdo" y aún más la que directamente expresó el entrenador de Chivas, Matías Almeyda, admitiendo que él y el equipo ejercerán "un veto" sobre el futbolista. México debe ser el único futbol del mundo donde un entrenador anuncia "el veto" de un futbolista y todos nos quedamos de brazos cruzados como si no pasara absolutamente nada. ¡Que vergüenza!
Oswaldo Alanís es un futbolista, un ser humano como usted y como yo, con obligaciones, compromisos, sueños, ilusiones y problemas y el futbol mexicano parece estarle dando el trato que históricamente le corresponde a muchos de los trabajadores de este país. Los tiempos han cambiado -en otros lados, parece detenido- pero han cambiado y las nuevas reglamentaciones de FIFA le permiten al futbolista decidir su futuro -convertirse en un hombre libre, dueño de su presente y de su futuro, sin cadenas que lo aten a nada-. Alanís no ha llegado un acuerdo con Chivas y no ha querido aceptar la oferta de jugar en Gallos Blancos, pero al menos por seis meses más, sigue siendo jugador de Chivas y quizá de la selección mexicana de futbol y por un tema contractual, el club y el entrenador deciden relegarlo de la cancha. Lo han "vetado", frente a nuestras narices, ojos y oídos. Lo han "vetado".
Y lo peor podría estar por llegar para el futbolista. En el verano, cuando termine su contrato en el Guadalajara, escuchará, supongo, ofertas del mercado mexicano y ahí se interpondrá el famoso y absurdo "Pacto de Caballeros", donde sin el consentimiento de Chivas, el jugador no puede negociar con ninguna otra entidad. Es esa una verdadera vergüenza para el futbol y para México como país.
¿Qué hizo Chivas? Presionar.
Presionó al futbolista separándole del club, lo presionó advirtiéndole que no será tomado en cuenta para jugar, lo presionó con el Mundial y lo presionará más cuando llegue el momento de ejercer el "Pacto de Caballeros" o de "sinvergüenzas" que tiene y presume el futbol mexicano.