MARCO ESCALERA/REPORTERO
Tres matrimonios de Monclova vivieron de cerca el terror por el que pasaron miles de personas durante el tiroteo que se presentó en las Vegas Nevada la noche del pasado domingo durante un concierto que se daba al aire libre en el Hotel Mandalay Bay.
Como resultado del tiroteo ejecutado por Stephen Paddock, apenas ayer por la tarde se registraban más de 58 personas muertas con un número sorprendente de heridos que superaba las 500 personas.
Rubén Aguilar, comerciante y propietario de tacos Tic Tic, ubicado en la zona centro de Monclova con 60 años en este ramo, se encontraba hospedado en el hotel Montecarlo en Las Vegas, lugar al que llegó el mismo domingo cerca de las 21:00 horas acompañado de su esposa y otras dos parejas de esta Ciudad que realizaron el mismo viaje.
Minutos después, cerca de las 22:40 horas, decidieron salir de su hotel para dirigirse a algunos casinos que pertenecen al hotel denominado New York, por lo que tuvieron que recorrer cerca de dos cuadras aproximadamente y fue en este momento cuando vieron una multitud impresionante de personas que desesperadamente corrían hacía todos lados gritando y llorando.
Algunos comenzaron a meterse a los hoteles cercanos para protegerse, otros se escondían en mesas y recibidores de los mismos Hoteles, los elevadores estaban totalmente llenos y por la desesperación de algunas personas intentaban abrirlos lastimando al resto quienes solamente trataban de atrincherarse en un lugar seguro.
Desafortunadamente el monclovense y su esposa aún no sabían en realidad de qué se traba, por lo que optaron por regresarse a su hotel, donde pudieron percatarse que muchas personas resultaros lesionadas al momento en muchos que huyeron corriendo, en su desesperación aventaban a otras personas pisándolas y pasando sobre ellas, mientras que otras eran aplastadas por la multitud de personas que se acumulaban al momento de intentar huir para ponerse a salvo.
Afortunadamente a los monclovenses no les pasó nada, pero fueron momentos de terror los que vivieron junto con la multitud que en ese momento sólo corría por su vida ante el tiroteo que se escuchaba a aproximadamente 400 metros del lugar donde hospedaron.