— Agencias 27/12/2025
A seis meses del huracán Erick, la comunidad afromexicana Pie de Cerro en Oaxaca sobrevive sin sistema de agua, dependiendo de pozos vecinales que se secan.
La comunidad afromexicana Pie de Cerro, en el municipio de Pinotepa Nacional, Oaxaca, enfrenta una crítica escasez de agua potable seis meses después del paso del huracán Erick, categoría 3, que destruyó el único tinaco de distribución y dejó a más de 130 habitantes dependiendo de la solidaridad de vecinos con pozos, los cuales ahora también comienzan a secarse, mientras la reconstrucción institucional avanza con lentitud.
Huracán arrasó con sistema de agua inaugurado apenas en 2017
El sistema de agua potable de la comunidad, inaugurado en 2017, fue destruido por los vientos sostenidos de 195 km/h y ráfagas de 220 km/h que azotaron la zona el 19 de junio de 2025. Desde entonces, habitantes como doña Julieta, una mujer de más de 60 años, deben gestionar el líquido de manera precaria, bañándose y lavando su ropa “cada que le es posible”, con ayuda de mangueras de vecinos que poseen pozos.
Testimonio de supervivencia y desesperanza tras el desastre
Doña Julieta relata con claridad la noche del huracán: “Amanecimos sin techo, sin herramientas, sin trastes, sin ropa, sin tinaco, todo se había ido con el aire”. Su esposo resultó herido por una lámina y tardó dos meses en recuperarse debido a su diabetes, agravando la crisis familiar. “Estamos sobreviviendo porque Dios es grande… si no fueran los vecinos no sé qué haríamos”, afirma con desánimo, reflejando el sentimiento general de abandono institucional.
La solidaridad vecinal se agota ante la sequía y la falta de respuesta
La situación se ha vuelto más crítica porque los pozos de agua que compartían los vecinos ahora presentan sequía. Un vecino explica: “Aquí la mayoría de las familias estamos en la misma condición. Queremos que nos apoyen con el tema del agua porque es lo más importante”. La comunidad, ubicada a sólo 13 metros sobre el nivel del mar y a más de siete horas de la capital oaxaqueña, ha tenido dificultades para recibir ayuda debido a las falta de vías de comunicación y el poco apoyo institucional recibido.
Este caso ejemplifica cómo los daños colaterales de un desastre natural, como la pérdida de infraestructura básica, pueden prolongar la emergencia por meses, especialmente en comunidades históricamente marginadas como las afromexicanas de la Costa de Oaxaca, que aún esperan una solución definitiva para su reconstrucción y acceso al agua.
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