— Redacción El Tiempo 21/12/2025
Una ola de preocupación se ha extendido entre madres y padres tras la aprobación de un cambio polémico por parte de los CDC, que elimina la recomendación de vacunación universal contra la hepatitis B en recién nacidos.
La decisión fue tomada por el Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP) de los Centers for Disease Control and Prevention (CDC), el cual votó a favor de sustituir la política universal por un modelo de toma de decisiones individualizada en los bebés nacidos de madres con resultado negativo para hepatitis B, de acuerdo con un comunicado oficial del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos.
Un giro histórico en la política de inmunización
Durante más de 30 años, los CDC aconsejaron que todos los recién nacidos recibieran la vacuna contra la hepatitis B en las primeras 24 horas de vida. Esta estrategia formó parte de uno de los programas de inmunización infantil más exitosos, logrando una reducción drástica de la transmisión perinatal del virus.
No obstante, el ACIP aprobó por votación (8 a favor y 3 en contra) abandonar esta recomendación generalizada y reemplazarla por un enfoque basado en decisiones personalizadas. Bajo este nuevo esquema, los padres, en conjunto con su médico, deberán valorar el riesgo de infección y decidir el momento más adecuado para vacunar a los bebés cuyas madres dieron negativo durante el embarazo.
¿Qué establece la nueva guía?
De acuerdo con las directrices actuales, la aplicación de la primera dosis de la vacuna ya no es automática en estos casos. Padres y profesionales de la salud deberán analizar los beneficios, los posibles riesgos y la probabilidad de exposición al virus antes de administrarla. Si se opta por no vacunar al nacer, se sugiere iniciar el esquema a partir de los dos meses de edad.
Es importante aclarar que la vacunación inmediata continúa siendo obligatoria para los recién nacidos de madres con hepatitis B positiva o con estatus desconocido, preservando así la protección frente a la transmisión vertical.
Motivos detrás del cambio
Quienes respaldan la decisión argumentan que el cribado prenatal ha mejorado de forma significativa y que la tasa de infección perinatal en madres negativas es muy baja, por lo que la vacunación universal ya no sería indispensable en todos los casos. Consideran que una evaluación médica individual permite una gestión más precisa del riesgo.
Sin embargo, este razonamiento ha generado una fuerte controversia, ya que la vacunación universal al nacimiento ha sido clave para disminuir de forma sostenida los casos de hepatitis B infantil desde la década de 1990.
Por qué la hepatitis B sigue siendo una amenaza
La hepatitis B es una infección viral que afecta al hígado y puede evolucionar hacia cirrosis, insuficiencia hepática o cáncer. Se transmite a través de la sangre y otros fluidos corporales, incluso cuando no hay síntomas visibles.
La transmisión de madre a hijo durante el parto es una de las vías más peligrosas. En ausencia de vacunación, el riesgo de que el recién nacido desarrolle una infección crónica puede superar el 90% en madres con alta carga viral. La vacuna aplicada en las primeras horas de vida ha demostrado, durante décadas, ser altamente efectiva para prevenir estas complicaciones.
Razones para mantener la vacunación universal
Desde la implementación de la vacunación universal en 1991, los casos de hepatitis B en niños y adolescentes en Estados Unidos se redujeron casi en un 99%. Especialistas destacan que este enfoque elimina riesgos derivados de fallas en el cribado prenatal, errores administrativos o resultados falsos negativos.
Además, la infección no solo puede transmitirse durante el parto, sino también por contacto con fluidos infectados en el hogar o en la comunidad, incluso si la madre no está infectada. Por ello, muchos expertos consideran que la protección temprana sigue siendo un pilar esencial de la salud pública.
Críticas y advertencias de la comunidad médica
Diversas organizaciones médicas y expertos en salud pública han expresado su preocupación ante este cambio, señalando que podría aumentar el número de casos pediátricos si la vacunación se retrasa o se omite.
Pediatras advierten que no existe evidencia sólida de que posponer la dosis al nacer mejore la salud infantil y temen que esta decisión debilite la confianza en políticas de vacunación que han demostrado su eficacia durante décadas. Además, se estima que hasta un 18% de las mujeres embarazadas no se realizan pruebas de hepatitis B, lo que incrementa el riesgo de transmisión inadvertida.
¿Qué deben hacer los padres?
Para las familias, este nuevo enfoque implica que la decisión sobre la vacunación del recién nacido —cuando la madre es negativa— debe tomarse de manera informada y junto a un profesional de la salud.
Los especialistas recomiendan:
Conversar con el pediatra antes del nacimiento sobre los beneficios y riesgos de la vacunación temprana.
Evaluar antecedentes familiares y posibles factores de exposición al virus.
Confirmar que todas las pruebas prenatales estén completas y actualizadas.
Consultar siempre con un médico ante cualquier duda, ya que esta decisión puede tener consecuencias a largo plazo.
En conclusión, la eliminación de la vacunación universal contra la hepatitis B en recién nacidos con madres negativas marca un cambio profundo en una política de salud pública vigente por más de tres décadas. Este nuevo enfoque basado en decisiones individualizadas reabre el debate sobre cómo equilibrar la autonomía familiar con la protección colectiva, haciendo imprescindible que padres y cuidadores se informen y dialoguen con profesionales de confianza para tomar decisiones basadas en evidencia científica.
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