— Redacción El Tiempo 21/12/2025
El agua con gas se ha posicionado como una opción fresca y saludable frente a los refrescos azucarados e incluso como alternativa al agua natural, ya que permite hidratarse sin aportar calorías.
Aunque su consumo suele generar dudas sobre posibles efectos negativos en la salud digestiva o dental, especialistas en nutrición coinciden en que sus ventajas superan ampliamente los posibles riesgos, siempre que se consuma en su forma natural y con moderación. Por ello, se ha convertido en una elección frecuente para quienes desean variar su consumo diario de líquidos.
La capacidad hidratante del agua carbonatada es equivalente a la del agua sin gas, lo que la hace adecuada para mantener el equilibrio de líquidos en el organismo. Además, puede favorecer la digestión, ayudando a aliviar la sensación de pesadez y, en algunos casos, a disminuir el estreñimiento. La presencia de burbujas estimula la actividad del sistema digestivo, facilitando el tránsito gástrico. Asimismo, para personas que buscan controlar su peso, el agua con gas puede resultar útil, ya que aumenta la sensación de saciedad y puede contribuir a reducir la ingesta de alimentos.
Hidratación y beneficios digestivos
Incorporar agua con gas a la alimentación diaria puede ofrecer beneficios adicionales más allá de la hidratación. Dependiendo de su procedencia, puede contener minerales como calcio, magnesio o sodio, lo que contribuye al aporte de micronutrientes esenciales y la acerca a las propiedades del agua mineral natural.
La efervescencia también hace que sea más atractiva para quienes consideran aburrida el agua simple, incentivando así un mayor consumo de líquidos a lo largo del día.
Aclarando mitos sobre el agua con gas
Uno de los mitos más comunes es su supuesto daño a los dientes. Si bien el agua con gas tiene un pH ligeramente más ácido que el agua natural, su capacidad para erosionar el esmalte es mucho menor que la de los refrescos o los jugos industrializados.
La clave está en elegir agua carbonatada sin azúcares, edulcorantes ni saborizantes añadidos, que son los principales responsables del deterioro dental. Para reducir cualquier posible impacto, se recomienda consumirla junto con los alimentos y, de ser posible, enjuagar la boca con agua natural después.
Otro temor frecuente es su relación con la pérdida de densidad ósea, pero la evidencia científica ha demostrado que no existe vínculo entre el consumo de agua con gas y la desmineralización de los huesos.
En algunas personas, la carbonatación puede provocar sensación pasajera de distensión o gases, aunque esto no representa un problema de salud y suele desaparecer rápidamente. En conclusión, el agua con gas es una bebida segura y beneficiosa para la mayoría de las personas, siempre que se elijan versiones puras y se mantenga un consumo equilibrado dentro de una dieta variada.
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