— Redacción El Tiempo 21/12/2025
El envejecimiento no afecta de forma uniforme a todos los órganos del cuerpo humano. De manera similar a lo que ocurre en sistemas complejos, ciertas partes comienzan a deteriorarse antes que otras, dando inicio a un proceso que con el paso del tiempo termina involucrando a todo el organismo.
Esta noción, ya respaldada por estudios previos, se ve reforzada por una investigación reciente que identifica un periodo concreto en el que el envejecimiento parece acelerarse.
Un estudio minucioso sobre la evolución de las proteínas en distintos tejidos indica que, a partir de la quinta década de vida, el envejecimiento biológico experimenta un incremento en su velocidad. Los hallazgos, difundidos por la revista Nature y publicados originalmente en Cell, sugieren que este proceso no ocurre de forma progresiva y constante, sino que presenta momentos clave de cambio.
Proteínas y envejecimiento: señales tempranas
La investigación estuvo encabezada por Guanghui Liu, experto en medicina regenerativa de la Academia China de Ciencias en Pekín. El equipo analizó muestras de tejido de ocho sistemas del cuerpo humano —incluidos el sistema cardiovascular, el inmunológico y el digestivo— obtenidas de 76 personas de origen chino, cuyas edades iban de los 14 a los 68 años. Todas fallecieron por traumatismos cerebrales accidentales.
A partir de estas muestras, los científicos construyeron un mapa detallado del perfil proteico de cada órgano. El análisis mostró un aumento asociado a la edad en 48 proteínas relacionadas con enfermedades, así como cambios tempranos, detectables desde los 30 años, en la glándula suprarrenal, un órgano fundamental para el control hormonal y la respuesta al estrés.
Un punto crítico entre los 45 y 55 años
Los cambios más notorios se concentraron en un rango etario específico. El estudio señala que entre los 45 y 55 años se produce un punto de inflexión, caracterizado por alteraciones pronunciadas en los niveles de diversas proteínas. Dentro de este periodo, la aorta —la arteria principal que transporta la sangre oxigenada desde el corazón— fue el tejido que presentó las modificaciones más intensas.
Los investigadores identificaron una proteína producida en la aorta que, al administrarse a ratones, desencadenó signos de envejecimiento acelerado.
A partir de este hallazgo, Liu propone que los vasos sanguíneos podrían actuar como canales de distribución de moléculas que promueven el envejecimiento, transportándolas a órganos lejanos y amplificando sus efectos en todo el cuerpo.
Un envejecimiento por etapas
Para la comunidad científica, estos resultados refuerzan la idea de que el envejecimiento no sigue una trayectoria lineal, sino que ocurre en fases de cambios rápidos. La acumulación y modificación de proteínas asociadas al envejecimiento parece estar vinculada a estos momentos críticos más que a un deterioro uniforme a lo largo del tiempo.
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