La depresión y la ansiedad aumentan el riesgo de enfermedades cardíacas

— Redacción El Tiempo 21/12/2025

La depresión y la ansiedad se han vinculado desde hace tiempo con un mayor riesgo de infarto, enfermedades cardiovasculares y accidente cerebrovascular, y ahora los científicos creen haber identificado los mecanismos biológicos que explican esta relación.

De acuerdo con un estudio publicado el 17 de diciembre en Circulation: Cardiovascular Imaging, estos trastornos emocionales parecen activar de forma persistente ciertas áreas del cerebro y respuestas del sistema nervioso que generan una carga adicional sobre el corazón.

“Estos resultados nos permiten comprender mejor, desde el punto de vista biológico, cómo el sufrimiento emocional puede penetrar en el organismo y repercutir directamente en la salud cardiovascular”, explicó el Dr. Shady Abohashem, autor principal del estudio y responsable de los ensayos de imagen cardíaca PET/CT en el Massachusetts General Hospital, en Boston.

“Para los profesionales de la salud, esto subraya la importancia de considerar la salud mental como un componente esencial en la evaluación del riesgo cardiovascular”, añadió. “Para los pacientes, es un mensaje alentador: tratar el estrés crónico, la ansiedad o la depresión no solo beneficia la mente, sino también el corazón”.

En esta investigación, el equipo analizó información de más de 85,500 participantes incluidos en un amplio proyecto de investigación en curso de Mass General Brigham.

Cerca de 15,000 personas presentaban tanto depresión como ansiedad, mientras que más de 15,800 tenían únicamente una de estas afecciones. El resto de los participantes no presentaba ninguno de estos trastornos.

Los investigadores dieron seguimiento a los participantes durante poco más de tres años. En ese periodo, más de 3,000 personas sufrieron un evento cardiovascular importante, como infarto, insuficiencia cardíaca o ictus.

“En concordancia con estudios previos, observamos que tanto la depresión como la ansiedad se asocian con un mayor riesgo de infarto o accidente cerebrovascular”, señaló el Dr. Ahmed Tawakol, investigador principal y director de cardiología nuclear en el Instituto Brigham de Corazón y Vascular.

Destacó además que quienes tenían ambos diagnósticos presentaban un riesgo aproximadamente 32 % mayor en comparación con quienes solo padecían una de las dos condiciones. “Estas asociaciones se mantuvieron sólidas incluso tras ajustar por factores como estilo de vida, nivel socioeconómico y riesgos tradicionales, incluidos tabaquismo, diabetes e hipertensión”.

El análisis de las imágenes cerebrales reveló que las personas con ansiedad o depresión mostraban una mayor actividad en la amígdala, una región del cerebro estrechamente relacionada con la respuesta al estrés.

Asimismo, presentaban concentraciones elevadas de proteína C reactiva (PCR), un marcador inflamatorio asociado con enfermedades cardiovasculares.

“En conjunto, estos hallazgos sugieren una cadena biológica que conecta el estrés emocional con el riesgo cardíaco”, explicó Abohashem. “Cuando los circuitos cerebrales del estrés permanecen hiperactivados, pueden mantener activado el sistema de ‘lucha o huida’, elevando de forma crónica la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la inflamación. Con el tiempo, este estado puede dañar los vasos sanguíneos y acelerar el desarrollo de enfermedades del corazón”.

Según el investigador, esto refuerza la idea de que cuidar la salud cardiovascular no depende únicamente de la alimentación o la actividad física, sino también del bienestar emocional.

No obstante, los autores aclararon que, al tratarse de un estudio observacional, no es posible establecer una relación directa de causa y efecto entre los trastornos del estado de ánimo y las enfermedades cardíacas.

Se requieren más estudios para determinar si la depresión y la ansiedad contribuyen directamente al desarrollo de problemas cardiovasculares o si simplemente están asociadas a ellos.

Actualmente, los investigadores están evaluando si intervenciones como terapias para el manejo del estrés o modificaciones en el estilo de vida pueden reducir el riesgo cardiovascular en personas con trastornos del estado de ánimo.

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