— Redacción El Tiempo 17/12/2025
Un nuevo estudio sugiere que los relojes inteligentes con inteligencia artificial pueden ayudar a los padres a manejar con mayor eficacia las rabietas de sus hijos.
De acuerdo con la investigación, publicada el 15 de diciembre en JAMA Network Open, las alertas emitidas por estos dispositivos ante una rabieta inminente permitieron a los padres intervenir en cuestión de segundos, logrando reducir a menos de la mitad la duración de los arrebatos emocionales en niños pequeños.
“Este estudio muestra que incluso intervenciones breves y realizadas en el momento adecuado pueden modificar el curso de un episodio de desregulación emocional infantil”, explicó la Dra. Magdalena Romanowicz, coinvestigadora principal y psiquiatra infantil de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota.
Según detalló, estas alertas brindan a los padres la oportunidad de actuar con estrategias de apoyo, como acercarse al niño, ofrecer calma, ayudar a identificar emociones y redirigir la atención antes de que la rabieta se intensifique.
El sistema funciona mediante un smartwatch que porta el niño, el cual detecta señales fisiológicas de estrés —como aumento de la frecuencia cardíaca o cambios en el movimiento y el sueño—. Estos datos se envían a una aplicación con IA instalada en el teléfono del padre, que los analiza en tiempo real y emite una alerta cuando identifica un patrón previo a una rabieta.
“Puede parecer una tecnología simple, pero combinada con tratamientos basados en evidencia y análisis avanzados, se convierte en una herramienta muy valiosa para las familias que enfrentan problemas conductuales graves en casa”, señaló el Dr. Paul Croarkin, psiquiatra infantil y adolescente de la Clínica Mayo.
Para evaluar este sistema, los investigadores trabajaron con 50 niños de entre 3 y 7 años que recibían Terapia de Interacción Padre-Hijo (PCIT) por problemas de conducta en la Clínica Mayo.
La PCIT es considerada una intervención psicológica de referencia, explicó la Dra. Ruth Lynn Milanaik, directora del Programa de Seguimiento Neurodesarrollativo Neonatal del Cohen Children’s Medical Center en Nueva York, quien no participó en el estudio. En este modelo, un terapeuta observa la interacción entre padres e hijos y ofrece retroalimentación inmediata para mejorar las habilidades parentales.
En el estudio, la mitad de los niños utilizó el smartwatch, mientras que la otra mitad continuó con la PCIT sin el monitoreo tecnológico. La hipótesis era que el dispositivo permitiría a los padres aplicar con mayor oportunidad las habilidades aprendidas en terapia.
Los resultados mostraron que los niños llevaron el reloj alrededor del 75 % del tiempo, lo que indica que su uso es factible. Además, las alertas permitieron a los padres intervenir dentro de los primeros cuatro segundos antes de que se desatara la rabieta.
En promedio, las rabietas de los niños con smartwatch duraron 10 minutos, frente a 22 minutos en aquellos sin monitoreo. Asimismo, la probabilidad de que una rabieta se prolongara 15 minutos o más fue 3.7 veces menor en el grupo que utilizó el dispositivo.
“Estamos observando más niños en crisis y con síntomas más severos”, señaló la Dra. Julia Shekunov, directora médica de la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Clínica Mayo. “Este sistema ofrece a los padres herramientas prácticas que pueden usar de inmediato, incluso fuera del entorno clínico”.
No obstante, los especialistas recuerdan que las rabietas forman parte del desarrollo normal infantil, especialmente en los primeros años de vida. Milanaik explicó que los llamados “terribles dos años” representan una etapa en la que los niños aprenden a manejar la frustración en un mundo lleno de límites.
“Una rabieta bien manejada suele fortalecer el vínculo entre padres e hijos”, afirmó. El proceso implica ignorar el arrebato, ofrecer alternativas positivas y acompañar al niño hasta que recupere el control, reforzando el aprendizaje emocional.
La especialista subrayó que el objetivo no es eliminar las rabietas, sino enseñar a los niños a gestionarlas y a los padres a acompañar ese proceso de manera natural. “Es parte de crecer”, dijo.
El uso de este tipo de tecnología podría ser especialmente útil en niños que continúan teniendo rabietas intensas más allá de la edad esperada o cuando estas se vuelven más prolongadas, casos en los que suele recomendarse buscar apoyo profesional.
Sin embargo, Milanaik advirtió sobre el riesgo de fomentar una crianza excesivamente vigilante, en la que los padres intervengan de forma constante ante cualquier señal de frustración.
“Los niños necesitan aprender a tolerar la frustración por sí mismos”, explicó. Una intervención excesiva podría, a largo plazo, dificultar el desarrollo de esa capacidad.
Finalmente, los investigadores adelantaron que planean mejorar la precisión del sistema, probarlo en muestras más amplias y evaluar sus efectos a largo plazo en el desarrollo emocional infantil.
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