— Redacción El Tiempo 11/12/2025
El uso de redes sociales podría estar debilitando la capacidad de concentración de los niños, sugiere un nuevo estudio.
Según investigadores que publicaron sus hallazgos el 8 de diciembre en Pediatrics Open Science, los niños que pasan mucho tiempo en Instagram, Snapchat, TikTok, Facebook, Twitter o Messenger se vuelven progresivamente menos capaces de mantener la atención.
Esto podría ayudar a explicar por qué en los últimos años han aumentado los diagnósticos de TDAH en la población infantil.
“Los datos indican que son específicamente las redes sociales las que afectan la capacidad de concentración de los niños”, afirmó el autor principal, Torkel Klingberg, profesor de neurociencia cognitiva en el Instituto Karolinska de Suecia.
“Las redes sociales generan distracciones constantes mediante mensajes y notificaciones, y simplemente preguntarse si llegó un nuevo mensaje puede distraer mentalmente”, añadió Klingberg. “Esto afecta la atención sostenida y podría explicar la asociación”.
Para el estudio, los investigadores siguieron a más de 8.300 niños estadounidenses de 9 y 10 años durante cuatro años.
Los participantes reportaban cuánto tiempo dedicaban a redes sociales, televisión, videos o videojuegos, y los padres evaluaban su nivel de atención, hiperactividad e impulsividad.
A lo largo del estudio, el tiempo promedio en redes sociales pasó de unos 30 minutos diarios a los 9 años a alrededor de 2.5 horas a los 13.
Los autores descubrieron que incluso un uso moderado de redes sociales disminuía la capacidad de concentración, y que este efecto aumentaba con el tiempo.
También observaron que los niños con dificultades previas de atención no incrementaban su uso de redes sociales, lo que sugiere que es el uso de estas plataformas lo que afecta la concentración, y no que los problemas de atención lleven a utilizarlas más.
No se encontraron vínculos entre la falta de atención y ver televisión o jugar videojuegos.
Asimismo, la relación entre redes sociales y problemas de atención no estuvo influida ni por el nivel socioeconómico ni por predisposiciones genéticas al TDAH.
Los investigadores tampoco detectaron aumentos en hiperactividad o impulsividad, otros rasgos característicos del TDAH.
“El mayor uso de redes sociales podría explicar parte del aumento en diagnósticos de TDAH, aun cuando la hiperactividad —que también caracteriza al trastorno— no aumentó en nuestro estudio”, señaló Klingberg.
El equipo planea continuar observando a los niños durante la adolescencia para ver si la asociación persiste.
“Esperamos que nuestros resultados ayuden a padres y responsables de políticas públicas a tomar decisiones informadas sobre un consumo digital saludable que favorezca el desarrollo cognitivo infantil”, comentó Samson Nivins, autor principal y posdoctorante en el Instituto Karolinska.
El trabajo se realizó en colaboración con investigadores de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón, en Portland.
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