— Redacción El Tiempo 04/12/2025
Las hemorragias no ocurren únicamente en accidentes graves; incluso un corte profundo en el hogar puede volverse peligroso si no se atiende de manera adecuada.
Saber cómo controlar un sangrado —desde aplicar presión directa hasta utilizar un torniquete de forma correcta— permite actuar con eficacia y responsabilidad ante cualquier emergencia.
Qué es una hemorragia y por qué requiere atención urgente
Según información de la Clínica Universidad de Navarra, una hemorragia se produce cuando un vaso sanguíneo (arterial, venoso o capilar) se rompe y la sangre sale del cuerpo.
Si el sangrado es abundante o no se controla, puede generar complicaciones serias como pérdida importante de sangre, daño a órganos, shock hipovolémico o incluso la muerte si no se actúa con prontitud.
En una situación crítica, tanto la rapidez como la técnica con la que se brinden los primeros auxilios pueden marcar la diferencia entre sobrevivir o no. Por ello es fundamental conocer los pasos adecuados para frenar una hemorragia externa.
Cómo identificar el tipo de sangrado
De acuerdo con la National Library of Medicine, las hemorragias se clasifican en tres tipos:
Arterial: sangre roja brillante que sale con fuerza y de manera pulsátil, sincronizada con el pulso. Es altamente peligrosa y puede comprometer la vida.
Venosa: sangre más oscura que fluye de forma continua sin pulsaciones. Aunque menos llamativa que la arterial, sigue siendo grave.
Capilar: afecta vasos pequeños y superficiales, produciendo un sangrado leve y fácil de controlar.
Primeras acciones ante una hemorragia
Los protocolos de primeros auxilios de la American Heart Association recomiendan como primer paso aplicar presión directa sobre la herida.
Para hacerlo correctamente:
Utiliza una gasa estéril o un paño limpio para evitar el contacto directo de las manos.
Coloca el material sobre la herida y presiona con firmeza sin interrumpir la presión durante los primeros minutos.
Si la gasa se empapa, no la retires; añade más capas encima para no romper el coágulo.
Una vez que el sangrado se reduzca, coloca un vendaje compresivo para mantener la presión.
Elevación, vendaje y uso del torniquete
Si la lesión está en un brazo o una pierna, se pueden emplear medidas adicionales cuando la presión directa sola no basta:
Elevar la extremidad: siempre que no exista una fractura, levantarla por encima del nivel del corazón disminuye el flujo sanguíneo hacia la herida.
Torniquete (solo como último recurso): útil en hemorragias arteriales graves cuando otras maniobras no funcionan. Debe colocarse entre la herida y el corazón, nunca sobre una articulación, y se debe anotar la hora exacta de aplicación. Solo el personal de salud debe retirarlo.
El proyecto AprendEmergencias destaca que el uso correcto del torniquete ha demostrado reducir muertes por hemorragias graves, aunque su aplicación implica riesgos por falta de circulación prolongada, por lo que debe considerarse la última opción.
Cuándo se necesita atención médica inmediata
Aunque algunas hemorragias pueden controlarse momentáneamente con primeros auxilios, se requiere asistencia profesional cuando:
El sangrado no se detiene con presión, vendaje o torniquete.
La herida es profunda, extensa o en zonas de riesgo como tórax o abdomen.
Existen signos de shock: piel fría, palidez, pulso rápido, confusión o desmayo.
Se sospecha de hemorragia interna, especialmente tras un golpe fuerte.
Incluso si el sangrado se controla, ante cualquier duda sobre la gravedad de la lesión, lo más seguro es acudir a un centro médico.
El cuerpo humano tiene entre 5 y 6 litros de sangre, y perder una cantidad importante en poco tiempo puede ser mortal.
Por eso, dominar técnicas básicas como la presión directa, el vendaje, la elevación y, si es necesario, el torniquete, puede salvar vidas.
En emergencias —accidentes viales, caídas, cortes— usualmente las primeras personas en actuar no son profesionales médicos. Por eso, la enseñanza y difusión de primeros auxilios es fundamental: conocer estas técnicas realmente salva vidas.
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