— Redacción El Tiempo 03/12/2025
La malnutrición es un problema que afecta de forma profunda tu bienestar, tu peso y tu nivel de energía. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), este concepto abarca tanto la falta de nutrientes como el exceso de peso que puede saturar tu organismo.
A menudo se piensa que este problema solo se presenta en personas extremadamente delgadas, pero la situación es mucho más amplia. Una alimentación con bajo valor nutricional también puede provocar obesidad.
Tipos de malnutrición
La OMS divide este problema en tres categorías principales, que permiten entender cómo el cuerpo reacciona ante la insuficiencia o el exceso de nutrientes esenciales, afectando tu crecimiento físico y mental.
Desnutrición: Incluye peso bajo para la estatura, retraso del crecimiento y bajo peso general. Es una condición grave que aumenta el riesgo de enfermedades y mortalidad, sobre todo en la infancia.
Deficiencias o excesos de micronutrientes: Se presentan cuando faltan o sobran vitaminas y minerales. Carencias de hierro, vitamina A o yodo pueden alterar la producción de hormonas clave para un desarrollo óptimo.
Sobrepeso y obesidad: Se produce por una acumulación excesiva de grasa que perjudica la salud. Ocurre por un desequilibrio entre las calorías consumidas y las que se gastan, elevando el riesgo de diabetes y trastornos cardiovasculares.
Enfermedades no transmisibles relacionadas con la dieta: Incluyen problemas como infartos o algunos tipos de cáncer. La mala alimentación es uno de los factores de riesgo más importantes a nivel mundial para estas enfermedades.
¿Cómo identificar la malnutrición?
Reconocer este problema implica prestar atención a las señales del cuerpo. Algunos síntomas pueden ser sutiles, pero revelan que la energía y los nutrientes no están llegando correctamente.
Según el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS) y el Manual MSD, estas son señales de alerta:
Pérdida de peso sin intención: Reducir entre el 5 y el 10% del peso corporal en pocos meses sin buscarlo es una señal importante. Un IMC menor a 18.5 indica un riesgo significativo.
Cansancio y debilidad continua: Sentirte agotado o sin fuerza puede indicar que el cuerpo está usando sus propias reservas para funcionar, lo que puede provocar lesiones o caídas.
Cambios en piel, uñas y cabello: La piel seca, uñas frágiles o caída del cabello pueden deberse a falta de proteínas o vitaminas esenciales.
Enfermarse frecuentemente: Un sistema inmunológico debilitado por falta de nutrientes te deja expuesto a infecciones recurrentes y recuperaciones lentas.
Alteraciones emocionales: Sentirse apático, tener frío constantemente o mostrar un estado de ánimo bajo también puede relacionarse con una dieta deficiente, ya que la nutrición influye directamente en la función cerebral.
¿Por qué ocurre la malnutrición?
Comprender su origen ayuda a abordar el problema. No siempre se trata de escasez de alimentos, sino de la ausencia de una alimentación variada y nutritiva. Además, incluir muchos productos ultraprocesados también contribuye a la malnutrición.
Comer poco, elegir alimentos con pocos nutrientes o padecer enfermedades que dificultan la absorción de nutrientes pueden provocar este desbalance, según la OMS.
La parte positiva es que la malnutrición puede prevenirse adoptando hábitos alimentarios más conscientes. Lo esencial es priorizar la calidad de lo que consumes para nutrir adecuadamente tus células y mantenerte saludable.
¿Cómo prevenir la malnutrición?
La prevención se basa en una alimentación adecuada, higiene básica y atención en etapas vulnerables. Con hábitos saludables, gran parte de los problemas derivados de la malnutrición pueden evitarse.
Recomendaciones de la OMS y del NHS:
Seguir una alimentación variada y completa: Incluye frutas, verduras, cereales integrales, proteínas y lácteos para cubrir todas las necesidades del cuerpo.
Respetar horarios de comida: Evitar saltarse comidas ayuda a mantener un metabolismo equilibrado. Tres comidas principales con refrigerios saludables pueden mejorar los niveles de energía.
Mantener buenas prácticas de higiene y beber agua segura: Esto previene infecciones gastrointestinales y parásitos que interfieren con la absorción de nutrientes.
Combatir la malnutrición es un acto de autocuidado. Al elegir mejor lo que comes y adoptar hábitos saludables, puedes romper ciclos que perjudican tu salud y recuperar la energía necesaria para enfrentar tu día a día.
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