— Daniela Cordova 30/11/2025
El sacerdote Isaac Cortes Tovar invita a los católicos a vivir el Adviento con reflexión.
Este domingo, en la Parroquia Santiago Apóstol, el sacerdote Isaac Cortes Tovar invitó a los fieles a abrir su corazón al tiempo de Adviento, recordando la llamada del Evangelio según San Mateo 24, 37-44 a estar vigilantes y preparados.
Durante la homilía, Cortes Tovar enfatizó lo que dice la primera lectura del día, Libro del profeta Isaías 2, 1-5, donde se afirma que “el monte del Señor estará encima de los demás montes”. Esa metáfora, explicó, señala a Dios como fundamento verdadero, más que cualquier otro dios o ídolo. “Hoy, el mensaje es claro: que el Señor sea nuestra prioridad, por encima de todo lo demás”, dijo el sacerdote.
Despertar del alma
Asimismo, recordó que la segunda lectura, Carta del apóstol San Pablo a los Romanos, exhorta a despertar del sueño espiritual. El sacerdote señaló que muchas veces se vive como “zombis”: indiferentes, adormecidos, inmersos en rutinas humanas. La invitación es a “vestirse de Cristo”, a vivir no según las obras de oscuridad, sino bajo la luz de Cristo, con un corazón activo, vigilante y consciente de su fe.
En las palabras de Jesús, el sacerdote enseñó que la conversión y la preparación para la Navidad no son un simple rito, sino un estado permanente de alerta espiritual: estar despiertos, pendientes de los signos de Dios, de aquello verdadero, sin dejarnos seducir por el individualismo o la indiferencia.
Alegría y testimonio
Cortes Tovar mencionó que un cristiano que realmente espera al Señor vive con alegría. Esa alegría, expresó, es señal de un corazón dispuesto, de un alma despierta, de un discípulo auténtico. Si no hay alegría, aseguró, hay algo que impide ese encuentro vital con Cristo. Por eso, invitó a los fieles a preparar su corazón, a revestirse de Cristo, a mantenerse vigilantes para acoger la venida del Señor con esperanza, conversión y verdadero compromiso.
La misa dominical del primer domingo de Adviento dejó claro que la espera de la Navidad no es un momento pasivo: es una llamada urgente a la vigilancia, la conversión interior y el testimonio alegre de fe.
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