— Redacción El Tiempo 23/11/2025
Después de un día pesado, muchas personas encuentran tranquilidad en un baño tibio, un buen libro o música relajante.
Para otras, la verdadera forma de desconectar es un entrenamiento de 45 minutos, incluso si es por la noche. Esto plantea una duda común: ¿el ejercicio nocturno favorece el sueño o puede afectar el descanso?
De acuerdo con la neuróloga Aarthi Ram, especialista en medicina del sueño en Houston Methodist, la evidencia científica es consistente: la actividad física regular mejora la calidad del descanso, promueve un sueño más profundo y disminuye la somnolencia durante el día.
Sin embargo, cerca de un tercio de la población adulta duerme mal y la mayoría tampoco realiza el ejercicio recomendado.
En cuanto al entrenamiento nocturno, Ram señala que no existe una respuesta única; todo depende del organismo, las rutinas y cómo reacciona cada persona a la actividad física.
El ejercicio como aliado natural del buen descanso
Mover el cuerpo activa una serie de sustancias que contribuyen a la relajación:
Endorfinas, que disminuyen el estrés y la ansiedad.
Dopamina, asociada con el bienestar.
Serotonina y noradrenalina, relacionadas con la estabilidad emocional y la calma.
Reducción del cortisol y la adrenalina, hormonas que aumentan la presión arterial y el ritmo cardiaco.
Además, el ejercicio ayuda a mantener equilibrado el ritmo circadiano —el reloj biológico que regula los ciclos de sueño y vigilia—. Cuando este se altera, aparecen dificultades para dormir, cansancio diurno, despertares constantes e incluso síntomas depresivos.
¿Por qué entonces se discute el ejercicio nocturno?
Durante cualquier entrenamiento suben la temperatura corporal y la frecuencia cardiaca, valores que naturalmente deberían bajar por la noche para preparar al cuerpo para dormir.
Actividades intensas como HIIT, correr o levantar pesas elevan más estas variables.
Ejercicios suaves o moderados, como caminar o nadar sin intensidad, generan un efecto menor.
Algunas investigaciones indican que este aumento puede retrasar el sueño o afectar su calidad. Otras, en cambio, no muestran efectos negativos e incluso reportan beneficios, aun con rutinas exigentes.
La conclusión de la especialista: todavía no existe un acuerdo definitivo. Lo que sí es seguro es que la mayoría de las personas necesita hacer más ejercicio, no evitarlo.
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