— Redacción El Tiempo 13/09/2025
Alcanzar la reducción de grasa abdominal puede verse dificultado por ciertos hábitos cotidianos que, aunque comunes, favorecen la acumulación de grasa en el vientre y aumentan riesgos para la salud. Expertos en nutrición destacan la importancia de identificar y modificar estos patrones diarios para lograr mejores resultados.
Entre los comportamientos que promueven la grasa abdominal se incluyen: el consumo frecuente de azúcares refinados, exceso de alimentos grasos o procesados, alto consumo de sal, beber líquidos durante las comidas en exceso, comer apresuradamente o en grandes cantidades, experimentar estrés elevado, dormir poco o de manera irregular, saltarse comidas principales, hidratarse de forma insuficiente y llevar una dieta baja en fibra.
La grasa abdominal está vinculada a factores como el balance calórico, la edad, la genética y las hormonas. Mayo Clinic indica que un exceso calórico no compensado con actividad física, junto con la pérdida de masa muscular con la edad, contribuye a la acumulación de grasa en el abdomen. En mujeres, la menopausia y la disminución de estrógeno favorecen la redistribución del tejido adiposo hacia esta zona. La predisposición genética también influye, especialmente en la acumulación de grasa visceral, que rodea órganos internos y se asocia con mayor riesgo de hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares, apnea del sueño, hígado graso y algunos tipos de cáncer. Se considera que una circunferencia abdominal superior a 89 cm en mujeres representa un riesgo elevado para la salud.
Entre los hábitos específicos que promueven la grasa abdominal destacan:
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Azúcares refinados: provocan inflamación y alteran la microbiota intestinal.
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Exceso de grasas saturadas y trans: presentes en productos procesados y repostería industrial.
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Alto consumo de sal: favorece retención de líquidos e inflamación gástrica.
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Beber líquidos durante las comidas: afecta la digestión, especialmente café, alcohol o bebidas excitantes.
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Comer apresuradamente: dificulta la digestión y aumenta la ingesta calórica.
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Estrés crónico: incrementa el cortisol, favoreciendo la acumulación de grasa visceral.
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Sueño insuficiente: altera el metabolismo y la regulación hormonal.
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Saltarse comidas: genera mayor sensación de hambre y riesgo de atracones.
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Hidratación insuficiente: puede confundirse con hambre y retener toxinas.
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Baja ingesta de fibra: reduce la saciedad y afecta la salud digestiva.
Para combatir la grasa abdominal, los expertos recomiendan adoptar un enfoque integral que combine alimentación saludable y actividad física:
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Realizar ejercicio regular, combinando aeróbico, fuerza y disciplinas variadas.
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Dormir adecuadamente y mantener horarios constantes.
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Gestionar el estrés mediante planificación, actividad física o tiempo para recreación.
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Distribuir la alimentación en porciones moderadas y con frecuencia, priorizando cenas ligeras.
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Mantener una correcta hidratación y limitar bebidas azucaradas o alcohol.
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Iniciar las comidas con vegetales para aumentar la saciedad.
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Establecer horarios regulares para comidas y descanso.
Respecto a la dieta, se recomienda:
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Priorizar alimentos frescos y de origen vegetal, ricos en fibra.
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Incluir proteínas magras como pescado, huevos y lácteos bajos en grasa.
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Consumir grasas saludables de aceites vegetales, frutos secos, semillas y pescado azul.
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Moderar las porciones, aun con alimentos saludables.
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Leer etiquetas para evitar exceso de sodio, azúcares añadidos y grasas poco saludables.
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No saltarse comidas, comenzando con un desayuno nutritivo que regule el metabolismo.
Según Mayo Clinic, mantener un estilo de vida activo y una alimentación equilibrada, bajo la guía de un profesional, puede reducir significativamente los riesgos asociados a la grasa abdominal.
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