Ansiedad e insomnio: cómo actúa el lorazepam en el cuerpo

— Redacción El Tiempo 01/09/2025

En las consultas médicas, el lorazepam suele prescribirse como una solución rápida para reducir la ansiedad, controlar ataques de pánico o facilitar el sueño en casos de insomnio.

No obstante, detrás de su eficacia existe un riesgo poco visible: puede generar dependencia física y psicológica.

El medicamento pertenece a las benzodiacepinas, sustancias que actúan sobre el sistema nervioso central potenciando el neurotransmisor GABA (ácido gamma-aminobutírico). Esto disminuye la hiperactividad neuronal, produciendo calma, somnolencia y relajación muscular. Sus efectos se manifiestan entre 20 y 40 minutos tras la ingesta y pueden durar de 6 a 8 horas, según la Mayo Clinic.

Usos médicos del lorazepam

Aunque se asocia principalmente con la ansiedad, tiene múltiples aplicaciones clínicas:

  • Trastornos de ansiedad y pánico: útil en crisis agudas, pero no como tratamiento prolongado.

  • Insomnio ligado a ansiedad: ayuda a conciliar el sueño, aunque no se indica para insomnio crónico.

  • Preoperatorios: reduce nerviosismo y facilita sedación leve antes de cirugías.

  • Convulsiones: eficaz por vía intravenosa en crisis epilépticas prolongadas.

  • Síndrome de abstinencia alcohólica: controla temblores, agitación y riesgo de convulsiones.

Efectos secundarios

Como otras benzodiacepinas, puede provocar somnolencia, mareo, debilidad muscular y confusión. En casos graves, hay riesgo de dificultad respiratoria, alteraciones emocionales, pensamientos suicidas o reacciones alérgicas severas.

El uso prolongado aumenta la tolerancia, obliga a subir dosis y favorece la dependencia. Suspenderlo bruscamente puede causar síntomas de abstinencia: irritabilidad, insomnio intenso, palpitaciones o convulsiones.

Contraindicaciones y precauciones

No es apto para personas con alergia a benzodiacepinas, insuficiencia respiratoria grave, consumo de alcohol o drogas depresoras, ni en casos de miastenia gravis.
Debe usarse con precaución en adultos mayores, embarazadas, en lactancia, pacientes con depresión o con antecedentes de adicciones.

Dependencia y alternativas

Incluso en dosis terapéuticas y periodos cortos (más de dos semanas continuas), puede aparecer dependencia, por lo que se recomienda no automedicarse y suspenderlo siguiendo un plan médico gradual.

El lorazepam puede interactuar con alcohol, opioides, antidepresivos, antihistamínicos u otros ansiolíticos, aumentando el riesgo de depresión respiratoria o coma. Como alternativas seguras, los expertos sugieren: terapia cognitivo-conductual, antidepresivos ISRS, técnicas de relajación, ejercicio, higiene del sueño y algunos remedios naturales bajo supervisión profesional.

Conclusión

El lorazepam es útil para crisis de ansiedad, insomnio por angustia o episodios clínicos específicos, pero su uso prolongado o sin supervisión médica puede convertirse en un riesgo oculto. La clave está en consumo responsable y seguimiento profesional.

 
 

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