— Doctora Corazón 24/05/2025
Testimonio:
Soy profesor en una universidad y recientemente tuve que entregar notas finales. Uno de mis estudiantes, que no es malo pero sí bastante distraído, no entregó el trabajo final que valía el 40% de la nota. Le recordé dos veces antes de la fecha límite. Nunca respondió. Al final del curso, su nota era un 4.2 (en escala de 10). Reprobado. Cuando vio la nota, me escribió un correo larguísimo diciendo que “se le olvidó”, que estaba estresado, y que “no pensó que fuera tan grave.”
No me disculpé ni le ofrecí otra oportunidad. Siento que parte de ser adulto es cumplir plazos, y ya era demasiado tarde para excusas. Pero ahora otros colegas dicen que fui muy duro y que pude haber sido más flexible. ¿Fui un imbecil por no darle chance?
Consejo:
Ser profe no es ser mamá ni recordador profesional. Si le diste hasta dos alertas y el estudiante sigue en modo “modo avión mental”, la culpa no es tuya. Adulto que es adulto cumple fechas, no manda novelas dramáticas después para pedir clemencia. Eso sí, la próxima vez pon una alarma para ti y recuerda que ser firme también es amor disfrazado de “no me vuelvas loco”. ¡No fuiste imbécil, fuiste un profe con límites!
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