— Redacción El Tiempo 24/03/2025
La tuberculosis (TB), una enfermedad milenaria y persistente, continúa siendo una grave amenaza para la salud global. Causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis, también conocida como bacilo de Koch, afecta principalmente los pulmones, aunque puede dañar otros órganos.
A pesar de ser prevenible y curable, en 2019 más de 10 millones de personas contrajeron tuberculosis en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esta enfermedad se transmite a través del aire cuando una persona con TB activa tose, estornuda o habla. Las gotículas que contienen los bacilos pueden ser inhaladas por otras personas, aunque su capacidad de transmisión es más baja que la de infecciones como la COVID-19. No obstante, el contacto cercano y prolongado con alguien infectado aumenta el riesgo de contagio.
La tuberculosis puede presentarse de dos formas: latente y activa. En su forma latente, los bacilos están presentes en el cuerpo pero no causan síntomas ni se transmiten. Sin embargo, puede evolucionar a TB activa, donde los síntomas son evidentes y el riesgo de contagio existe.
Signos y síntomas de alerta para la tuberculosis: La tuberculosis pulmonar activa se caracteriza por:
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Tos persistente durante tres semanas o más.
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Dolor en el pecho.
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Expectoración con sangre o flema.
Otros síntomas comunes incluyen:
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Pérdida de peso.
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Fatiga o debilidad.
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Fiebre y escalofríos.
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Sudoración nocturna.
Cuando la tuberculosis afecta órganos fuera de los pulmones (TB extrapulmonar), los síntomas varían dependiendo del órgano afectado, como el dolor de espalda en la TB espinal o la inflamación de ganglios linfáticos.
Factores de riesgo y grupos vulnerables: La tuberculosis afecta especialmente a personas en situación de vulnerabilidad socioeconómica. Factores como el hacinamiento, la desnutrición, el tabaquismo y enfermedades que debilitan el sistema inmunológico, como el VIH, incrementan significativamente el riesgo de contraer TB.
Diagnóstico y tratamiento: La detección temprana es fundamental. Las pruebas comunes incluyen la prueba de tuberculina y radiografías de tórax para confirmar la infección. Una vez diagnosticada, el tratamiento consiste en una combinación de antibióticos como isoniacida, rifampicina y pirazinamida durante seis meses. En caso de resistencia bacteriana, se emplean medicamentos de segunda línea.
Prevención: un reto global: La vacuna BCG, aunque tiene una efectividad limitada, se administra en países con alta incidencia para proteger a los niños contra las formas graves de TB. Además, la OMS subraya la importancia de los programas de control de contactos para frenar la transmisión.
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