— Redacción El Tiempo 11/03/2025
Es un hecho que la humanidad no solo busca una mayor longevidad, sino también una mejor calidad de vida. Existe un consenso global que respalda una verdad irrefutable: el ejercicio físico, especialmente el entrenamiento de fuerza, es fundamental para vivir una vida prolongada y de calidad.
Este enfoque va más allá de simplemente sumar años a la vida, proponiendo estrategias para garantizar una vejez activa, independiente y saludable.
El Consenso Global sobre Recomendaciones Óptimas de Ejercicio para Mejorar la Longevidad Saludable en Adultos Mayores subraya que el ejercicio debe considerarse una parte esencial del tratamiento médico, no algo opcional. Respaldado por investigaciones de más de 40 años y expertos de 40 países, este documento propone un cambio radical: tratar el ejercicio como una "prescripción médica personalizada".
Este enfoque se basa en planes ajustados a las necesidades individuales que incluyen ejercicios aeróbicos, de fuerza y de equilibrio. Además, destaca la importancia del entrenamiento progresivo con pesas, que combate la pérdida muscular asociada al envejecimiento y disminuye el riesgo de caídas y fragilidad.
La ciencia detrás del entrenamiento de fuerza
Desde los años 70, se ha comprobado que el ejercicio reduce la incidencia de enfermedades crónicas como diabetes, osteoporosis y problemas cardiovasculares. Sin embargo, las recomendaciones genéricas, como caminar 30 minutos al día, no son suficientes para los adultos mayores que enfrentan condiciones complejas.
Estudios recientes revelan que el entrenamiento de fuerza no solo previene enfermedades, sino que también ayuda a tratarlas. En casos de fragilidad o sarcopenia (pérdida muscular severa), este tipo de ejercicio ha demostrado ser más eficaz que muchas intervenciones farmacológicas. Incluso puede complementar tratamientos para el párkinson y trastornos cardiometabólicos, aumentando su efectividad y reduciendo efectos secundarios.
Beneficios económicos y sociales
El consenso también resalta los beneficios económicos del ejercicio regular. Disminuir hospitalizaciones y tratamientos largos aliviaría la presión sobre los sistemas de salud. Además, los programas grupales de ejercicio favorecen la salud mental, combaten la soledad y fomentan el bienestar social.
Iniciativas exitosas, como el programa VIVIFRAIL respaldado por la OMS, demuestran que integrar el ejercicio en las comunidades mejora la funcionalidad y reduce el riesgo de caídas en los adultos mayores. La clave es incluir especialistas en la prescripción de ejercicio dentro del sistema de salud y hacer de esta práctica una parte habitual de los tratamientos médicos.
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