— Redacción El Tiempo 09/03/2025
Si eres fanático de los taquitos, hamburguesas o pizzas por la noche, es posible que sea hora de reconsiderar tus hábitos alimenticios. Rafael Santana Miranda, responsable médico de la Clínica de Trastornos del Sueño de la UNAM, advierte que las cenas copiosas ricas en grasas, carbohidratos o azúcares afectan negativamente la calidad del sueño.
Según Santana Miranda, este tipo de comidas no solo provoca reflujo e indigestión, interrumpiendo el descanso, sino que también aumenta la actividad onírica, lo que puede desencadenar pesadillas. Además, las cenas ricas en grasas y proteínas favorecen la producción de neurotransmisores que estimulan fases específicas del sueño, como la fase de movimientos oculares rápidos (REM).
La falta de un sueño reparador puede derivar en problemas de salud más graves. En palabras del especialista, México atraviesa una crisis de sueño insuficiente, lo que lleva a un aumento del apetito y el consumo excesivo de carbohidratos y calorías. “Es un círculo vicioso que afecta no solo el sueño, sino también el metabolismo”, indicó Santana Miranda.
Los ronquidos también contribuyen al problema, ya que, según el experto, las personas que roncan realizan esfuerzos abdominales que agravan el reflujo, interrumpiendo aún más el descanso nocturno.
Para mejorar la calidad del sueño, el especialista recomienda evitar cenas pesadas al menos dos horas antes de dormir. En su lugar, optar por alimentos más ligeros como frutas, verduras o productos lácteos. Si se desea consumir grasas o proteínas, lo ideal es hacerlo con un margen de al menos dos horas antes de acostarse.
Sin embargo, no todo es negativo. Para los jóvenes en etapa de aprendizaje o personas en periodo de exámenes, consumir proteína o grasa por la noche puede ser beneficioso para la consolidación de la memoria, siempre y cuando se respete un lapso de al menos hora y media antes de dormir.
Instala la nueva aplicación de El Tiempo MX