— Nestor Jiménez 08/03/2025
Investigación donde conocerá a Micaela de la Riva, una de las primeras lenonas que con sus encantos pasó a la historia.
Las risotadas y palabras altisonantes que salían de aquella casona, sin dejar atrás los vicios en exceso, escandalizaron a la santurrona sociedad del Monclova de principios del siglo XIX. Se trataba de un burdel, que aprovechaba que la prostitución no estaba regulada hasta ese entonces en el sistema penal. Sin embargo, las damas intachables se quejaban con los Justicias sobre la tentación que representaba para sus maridos.
Y no era para menos, pues en el interior había chicas muy bellas que se dedicaban al oficio más antiguo del mundo regenteadas por una mujer que no muchas le hacían frente. “La madrota” o lo que hoy sería lenona, no buscaba problemas con nadie sin embargo era del todo conocido su actitud libertina y a lo que se dedicaba. Las quejas se fueron acumulando y aunque no existe un registro del rumbo por el cual se ubicaba esa casa “Non santa”, su propietaria sí dejó huella en nuestra historia. Y mientras la “patrona” ganaba jugosas sumas con su “producto para varón”, las mujeres decentes buscaban a toda costa la manera de deshacerse de ella. A ella no le importaba despertar la envidia y el coraje de su mismo sexo en contraste con la lujuria y admiración de los machos, nadie le decía sus verdades en la cara pues era de armas tomar, ella era la mujer escándalo: Doña Micaela de la Riva.
Tras divorcio ensució el apellido
En el año 1800 Monclova era regida por el teniente de gobernador Vicente Camacho y su síndico José Menchaca Baeza desde el 28 de enero de 1797 y confirmados en el cargo el 18 de octubre de 1800.
Tras estar casada con un caballero de apellido Harellano(Sic), del valle de Santa Rosa, ambos se divorciaron, “Por no dar lugar a su marido”.
Doña Micaela tras ese fracaso en su matrimonio “Se abandonó al vergonzoso oficio de la prostitución” y ahí empezó su historia “Negra”.
Su mala reputación se la ganó a pulso y poco a poco su fama se extendió por otros pueblos donde las historias masculinas fomentaban la leyenda de ésta "flor de fango".
Desgraciadamente le tocó vivir durante una época en el que todo asustaba a las personas y donde los prejuicios sentaban sus reales a la par de la vara rígida de la religión.
Fue desterrada de Monclova
“Tanto llega el agua al cántaro que se rompe” reza un viejo dicho popular y lo inevitable sucedió: tenían que aplicar un castigo para la vida licenciosa de la mujer pública y que sirviera como un precedente para futuras mesalinas que buscaran el dinero fácil de “Los inocentes hombres monclovenses”.
Fue el 9 de mayo de 1800 cuando se denunció formalmente a la señora De la Riva mostrando a las autoridades supuestas pruebas que tenían. Don Felipe López Negrete quedó enterado y redactó el oficio donde consta:” Se ha resuelto que no se le permita volver a esta provincia y se le dé el destino convenido”. A partir de ese momento ella abandonó este terruño regresando todo a la normalidad y el asunto fue olvidándose poco a poco y las autoridades comenzaron a ocuparse de otros problemas como poblar nuevos lugares como en la región de Cuatrociénegas, perseguir indios mezcaleros criminales o el combate a una plaga de langostas en el valle de Santa Rosa.
Reaparece Doña Micaela
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