El oscurecimiento del cuello podría ser una señal temprana de diabetes tipo 2

Si has notado que la piel de tu cuello se oscurece de forma persistente y no mejora con la limpieza, podría ser una señal de alerta sobre problemas metabólicos.

Este síntoma, conocido como acantosis nigricans, suele estar asociado con la resistencia a la insulina, una condición que puede preceder a la diabetes tipo 2 y otros trastornos de salud.

¿Qué es la acantosis nigricans y por qué ocurre?

Se trata de un engrosamiento y oscurecimiento de la piel con una textura aterciopelada, que afecta principalmente el cuello, las axilas y otros pliegues cutáneos. Especialistas en endocrinología explican que este fenómeno está vinculado con niveles elevados de insulina en la sangre.

Cuando el cuerpo desarrolla resistencia a la insulina, el páncreas produce un exceso de esta hormona para tratar de regular la glucosa en sangre. Como resultado, se estimula el crecimiento celular en la piel, lo que provoca su oscurecimiento y engrosamiento.

¿Representa un riesgo para la salud?

Aunque la acantosis nigricans no causa daño directo, funciona como una señal de advertencia de que el organismo no está funcionando correctamente. La resistencia a la insulina puede evolucionar hacia diabetes tipo 2 y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, síndrome de ovario poliquístico (SOP) y otros problemas metabólicos.

Factores de riesgo

Las personas con sobrepeso u obesidad tienen mayor probabilidad de desarrollar resistencia a la insulina y, en consecuencia, acantosis nigricans. Otros factores que pueden influir incluyen:

• Antecedentes familiares de diabetes.
• Síndrome de ovario poliquístico (SOP).
• Trastornos hormonales.
• Uso de ciertos medicamentos.
• En casos raros, puede estar relacionada con enfermedades más graves, como el cáncer.

¿Qué hacer si notas este oscurecimiento en la piel?

Si la piel de tu cuello ha cambiado de color y no mejora con la higiene habitual, es importante acudir a un médico. El especialista puede solicitar análisis de sangre para evaluar la resistencia a la insulina y otros factores metabólicos.

En caso de confirmarse el diagnóstico, el tratamiento suele centrarse en mejorar los hábitos de alimentación, aumentar la actividad física y, en algunos casos, utilizar medicamentos que optimicen el uso de la insulina en el organismo.