Vigorexia: Cuando el deseo de músculos grandes se convierte en una adicción peligrosa

— Sandra Guerra 21/02/2025

Buscar apoyo profesional es clave para superar la vigorexia y restaurar una relación más saludable con el cuerpo y el ejercicio.

La vigorexia, también conocida como dismorfia muscular, es un trastorno psicológico que afecta principalmente a personas que se obsesiona con el desarrollo muscular y la apariencia física. Si bien es común que quienes practican deportes o culturismo busquen aumentar su masa muscular de manera saludable, la vigorexia lleva esta obsesión a niveles peligrosos. Aquellos que padecen este trastorno a menudo tienen una imagen corporal distorsionada y no logran ver sus cuerpos de manera objetiva, lo que puede llevar a prácticas extremas e insostenibles para lograr un cuerpo "ideal".

Síntomas de la vigorexia

Los síntomas de la vigorexia son tanto psicológicos como físicos. A menudo, las personas que padecen este trastorno tienen una obsesión excesiva con su imagen muscular y el tamaño de su cuerpo. A continuación, se detallan los síntomas más comunes:

Preocupación constante por la masa muscular: Las personas con vigorexia están obsesionadas con ganar músculo, a menudo de manera exagerada. Esta preocupación puede llevar a una constante comparación de su cuerpo con el de otras personas.

Disminución de la percepción corporal: A pesar de tener un cuerpo musculoso y bien desarrollado, los afectados por la vigorexia no logran ver los cambios y mejoras que han logrado, siempre sintiendo que necesitan más masa muscular.

Entrenamientos excesivos: Las personas con vigorexia tienden a pasar horas en el gimnasio, realizando rutinas extremas de ejercicio y entrenamiento con pesas, sin permitir a su cuerpo el descanso necesario.

Uso de suplementos y esteroides: Con el fin de lograr un aumento muscular rápido, es común que recurran a suplementos alimenticios en exceso, como proteínas o aminoácidos, y en algunos casos, a esteroides anabólicos para acelerar el proceso de crecimiento muscular.

Compulsión por la dieta: El control sobre la alimentación es otro de los hábitos característicos de la vigorexia. Las personas afectadas pueden seguir dietas extremadamente estrictas, a menudo basadas en altos niveles de proteínas, y evitar ciertos alimentos por temor a ganar grasa corporal.

Aislamiento social y ansiedad: La preocupación constante por la imagen corporal puede llevar a la persona a aislarse de sus amigos y familiares, dedicando la mayor parte de su tiempo a entrenar y controlar su dieta. Además, pueden experimentar ansiedad, depresión o irritabilidad si no logran los resultados que esperan.

Insatisfacción constante: Incluso cuando logran un desarrollo muscular notable, las personas con vigorexia siguen sintiéndose insatisfechas con su cuerpo y desean un tamaño muscular aún mayor, creando un ciclo continuo de frustración.

Hábitos asociados con la dismorfia muscular

La vigorexia está vinculada a una serie de hábitos que pueden ser perjudiciales para la salud física y mental. Algunos de estos hábitos incluyen:

Exceso de ejercicio físico: El entrenamiento excesivo, a menudo acompañado de rutinas que no permiten una adecuada recuperación, puede provocar lesiones musculares, agotamiento y sobrecarga del sistema cardiovascular.

Uso indebido de esteroides anabólicos: Los esteroides pueden ser tentadores para aquellos que buscan un aumento rápido de masa muscular. Sin embargo, su uso excesivo puede causar efectos secundarios graves, como problemas hepáticos, cardiovasculares, hormonales y psicológicos.

Dietas restrictivas: Las dietas extremas y desequilibradas, como el consumo excesivo de proteínas o la restricción drástica de carbohidratos, pueden generar deficiencias nutricionales, debilitando el sistema inmunológico y afectando la salud ósea.

Trastornos de la alimentación: En algunos casos, la vigorexia puede ir acompañada de trastornos alimentarios como la ortorexia (obsesión por comer alimentos saludables) o la anorexia, particularmente si la persona intenta reducir la grasa corporal a expensas de la salud.

Impacto emocional y psicológico: La ansiedad, el estrés y los trastornos de la imagen corporal son comunes en las personas con vigorexia. La insatisfacción constante con el cuerpo puede generar problemas de autoestima, depresión y otras condiciones psicológicas.

Consecuencias de la vigorexia

Si no se trata, la vigorexia puede tener consecuencias graves para la salud física y mental. El agotamiento extremo, las lesiones recurrentes, los trastornos hormonales y la ansiedad constante son solo algunas de las posibles repercusiones. En casos más graves, el uso excesivo de esteroides y la obsesión por aumentar la masa muscular pueden generar efectos secundarios irreversibles.

Además, la vigorexia puede afectar las relaciones interpersonales, dado que el trastorno lleva a las personas a enfocarse únicamente en su imagen y bienestar físico, dejando de lado otras áreas importantes de la vida, como las relaciones familiares, laborales y sociales.

Tratamiento y apoyo

El tratamiento para la vigorexia generalmente implica un enfoque multidisciplinario que combine la terapia psicológica (como la terapia cognitivo-conductual) y la asesoría nutricional y deportiva. Es fundamental que las personas con vigorexia reciban apoyo emocional y profesional para abordar tanto los aspectos físicos como los psicológicos del trastorno.

En algunos casos, puede ser necesario trabajar con un equipo de especialistas en salud mental y física para restablecer un equilibrio saludable entre la actividad física, la alimentación y el bienestar emocional.

La vigorexia es un trastorno psicológico grave que puede tener consecuencias dañinas para la salud física y mental de quienes lo padecen. Si bien es normal desear mejorar la apariencia física, la obsesión con el desarrollo muscular y el desprecio por el bienestar general pueden conducir a hábitos insostenibles y peligrosos. Buscar apoyo profesional es clave para superar la vigorexia y restaurar una relación más saludable con el cuerpo y el ejercicio. La prioridad siempre debe ser la salud integral, tanto física como emocional, en lugar de la búsqueda de una apariencia corporal "perfecta".

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