— Agencias 06/02/2025
El presidente de Estados Unidos ordena al Departamento de Educación investigar a escuelas que no se alineen a esta medida.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó este miércoles una orden ejecutiva que prohíbe a mujeres transgénero participar en categorías deportivas femeninas en Estados Unidos.
La orden entra en vigor de inmediato e instruye al Departamento de Educación a investigar a las escuelas secundarias que se considere que no cumplen con las normas.
Educación. La medida busca investigar cómo las escuelas implementan el Título IX, una ley estadounidense que prohíbe la discriminación sexual en los programas educativos financiados con fondos federales. "Si permiten que los hombres tomen el control de los equipos deportivos femeninos o invadan sus vestuarios, serán investigados por violaciones al Título IX y arriesgarán su financiación federal", explicó Trump.
Esta medida, que ha sido calificada como discriminatoria por la comunidad LGBT, tiene como objetivo restablecer la equidad en los deportes, de acuerdo con el republicano.
La orden ejecutiva revertirá la posición de la administración del expresidente Joe Biden, quien en abril del año pasado dijo que los estudiantes LGBT estarían protegidos por la ley federal, aunque no dio orientación específica sobre los atletas transgénero.
La Casa Blanca planea invitar a organismos deportivos, como la Asociación Nacional de Atletismo Universitario o NCAA, para que visiten la Casa Blanca y se reúnan con atletas femeninas y sus padres para discutir sus preocupaciones. El presidente de la Campaña de Derechos Humanos, Kelley Robinson, dijo en un comunicado que la orden "expone a los jóvenes al acoso y la discriminación, envalentonando a las personas a cuestionar el género de los niños que no encajan en una visión estrecha de cómo se supone que deben vestirse o lucir". "Para muchos estudiantes, el deporte es una forma de encontrar un lugar al que pertenecer, no políticas partidistas que les hacen la vida más difícil", aseveró. Se calcula que menos del 1% de los estadounidenses mayores de 13 años son transgénero y es bajo el número de los que practican deportes de manera competitiva.
El primer día de Donald Trump en el cargo, el 20 de enero, marcó el inicio de una serie de decisiones polémicas que definieron su administración. Entre las primeras acciones ejecutivas que firmó, destacó una orden dirigida a las agencias del gobierno federal para que establecieran una definición estricta y oficial del sexo basada exclusivamente en criterios biológicos, es decir, masculino o femenino, sin reconocer identidades de género diversas.
Esta medida generó una fuerte reacción por parte de activistas, organizaciones de derechos humanos y defensores de la comunidad LGBTQ+, quienes advirtieron que la iniciativa atentaba contra los derechos de las personas transgénero, al negarles el reconocimiento de su identidad en documentos oficiales y acceso a espacios seguros en ámbitos como la educación, la salud y el sistema penitenciario.
En consonancia con esta postura, Trump también ordenó la transferencia de reclusas transgénero a prisiones masculinas, argumentando que su identidad de género no debía ser un factor determinante en la asignación de centros penitenciarios.
Esta medida, sin embargo, fue rápidamente impugnada en tribunales y bloqueada por jueces, quienes consideraron que la política ponía en riesgo la seguridad y el bienestar de las personas trans encarceladas, al exponerlas a posibles abusos y violencia en un entorno hostil.
El impacto de estas disposiciones trascendió el ámbito legal y generó un intenso debate a nivel nacional, reavivando la discusión sobre los derechos de la comunidad trans en Estados Unidos.
Mientras que los opositores a la medida argumentaron que era una violación a los principios de igualdad y no discriminación, los sectores más conservadores respaldaron la orden de Trump, considerándola un intento de restaurar lo que ellos percibían como un enfoque tradicional y biológico del sexo en la legislación.
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