— Sarah Zamora 02/02/2025
¿Sabías que retrasar tu alarma todos los días puede estar saboteando tu salud más de lo que imaginas?
Retrasar la alarma, o el famoso "snoozing", es un hábito común para muchas personas que luchan por levantarse por la mañana. Aunque parece una solución fácil para ganar unos minutos de sueño adicional, este comportamiento puede afectar negativamente la calidad de tu descanso y, a largo plazo, tu salud.
Interrupción del ciclo de sueño
El sueño se organiza en ciclos que duran entre 90 y 120 minutos. Cada ciclo tiene varias fases, incluidas las de sueño ligero y profundo. Cuando te despiertas al sonar la alarma y luego vuelves a dormir, interrumpes este ciclo, lo que puede llevar a que no logres completar las fases más reparadoras del sueño, como el sueño profundo (de ondas lentas). Esto te deja en una fase de sueño más ligero, lo que hace que te sientas más cansado cuando finalmente te despiertas.
Somnolencia y falta de claridad mental
Aunque parezca que estarías descansando más, el sueño interrumpido crea una sensación de fatiga, incluso si te quedas en la cama por más tiempo. Cuando tu alarma suena y decides dormir otra vez, tu cerebro comienza a entrar en un nuevo ciclo de sueño que no puede completar antes de que te despiertes de nuevo. Esto puede generar lo que se conoce como "inercia del sueño", que es esa sensación de desorientación, aturdimiento y cansancio que sientes al despertar, especialmente cuando no has completado un ciclo de sueño completo.
Desajuste del ritmo circadiano
Nuestro cuerpo sigue un reloj interno conocido como el ritmo circadiano, que regula muchos procesos biológicos, incluido el ciclo de sueño y vigilia. Si constantemente retrasas la alarma, tu reloj biológico se desajusta, y esto puede afectar no solo la calidad de tu descanso nocturno, sino también tu energía, el estado de ánimo y tu productividad durante el día. Esto también puede generar dificultades para dormir a la hora correcta por la noche, creando un ciclo de sueño irregular que dificulta el descanso de calidad.
Impacto en la salud a largo plazo
Si bien un día de "snoozing" no tendrá un gran impacto, hacerlo regularmente puede contribuir a un sueño de mala calidad, lo que a largo plazo puede aumentar el riesgo de diversos problemas de salud. Estos incluyen:
Estrés y ansiedad: El sueño fragmentado puede aumentar los niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo que genera mayor ansiedad.
Problemas de concentración y memoria: La falta de sueño profundo y reparador afecta negativamente la memoria, la atención y la capacidad para resolver problemas.
Mayor riesgo de enfermedades: Un sueño deficiente crónico está relacionado con un mayor riesgo de enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares y los trastornos del ánimo.
Alternativas para evitar el snoozing
Si estás acostumbrado a retrasar la alarma varias veces, es posible que puedas hacer algunos cambios para mejorar tu calidad de sueño y tu bienestar general:
Establecer una rutina de sueño constante: Ir a la cama y levantarse a la misma hora todos los días ayuda a regular el ritmo circadiano, lo que facilita despertarse sin necesidad de posponer la alarma.
Crear un ambiente propicio para el sueño: Mantén tu habitación oscura, tranquila y fresca. Evita pantallas electrónicas al menos 30 minutos antes de dormir, ya que la luz azul puede interferir con la producción de melatonina, la hormona del sueño.
Usar una alarma suave: En lugar de una alarma ruidosa y brusca, prueba con sonidos más suaves que te despierten de forma gradual, o incluso con una luz que aumente en intensidad (alarma con luz simulada de amanecer).
Realizar actividad física: Hacer ejercicio regularmente durante el día mejora la calidad del sueño, lo que facilita despertarse por la mañana.
Evitar el uso de "snooze": Si tienes problemas para levantarte, trata de ponerte el teléfono o el reloj en un lugar donde no puedas alcanzarlo fácilmente desde la cama, de modo que no puedas posponer la alarma.
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