— Redacción El Tiempo
Josh Allen se olvidó de la enorme chamarra que le cubría de la temperatura bajo cero que azotó el estadio Highmark, en cuanto el ala cerrada Mark Andrews dejó caer aquel balón que pudo significar el empate para los Ravens de Baltimore, con minuto y medio por jugar.
Fue un dulce déjà vu para el quarterback de los Bills de Buffalo, quien minutos antes tuvo la misma reacción al percatarse de que el linebacker Terrel Bernard le quitó (y recuperó) el ovoide a Andrews, justo cuando los Ravens amenazaban con montar un ataque que los colocaría en ventaja.
El carismático pasador corrió para felicitar a su compañero y de inmediato se alistó para volver al gélido campo, porque el partido no ofreció respiro alguno.
La siguiente ofensiva, liderada por Allen, terminó con el gol de campo conectado por el pateador Tyler Bass, ese que selló la agónica victoria de Buffalo (27-25) y el boleto al juego por el campeonato de la Conferencia Americana, donde volverán a verse las caras con los bicampeones Chiefs de Kansas City.
Batalla entre potencias que fue definida por los diminutos (y valiosos) detalles.
Los Ravens dominaron prácticamente en todas las estadísticas... Excepto en la de entregas de balón, porque además de aquel ovoide que soltó Andrews, a Lamar Jackson se le fue otro, aunada a la intercepción que sufrió en el primer cuarto.
El duelo personal entre los dos candidatos a ganar el premio al Jugador Más Valioso fue para Allen, quien finalizó con dos touchdowns terrestres, mientras que Jackson volvió a fracasar.
El siguiente reto para Josh se llama Patrick Mahomes, el tres veces campeón.