— Redacción El Tiempo
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) ha propuesto una nueva norma que busca implementar etiquetas nutricionales claras y visibles en la parte frontal de los empaques de alimentos y bebidas. Estas etiquetas destacarían niveles de azúcar, sal y grasas saturadas, con el objetivo de facilitar decisiones de compra más saludables y abordar las crecientes tasas de obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas e hipertensión.
Según la FDA, más del 60 % de los adultos estadounidenses padecen enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación, lo que genera costos anuales de atención médica estimados en 4.5 billones de dólares. El Dr. Robert Califf, comisionado de la FDA, afirmó: "Es hora de que facilitemos a los consumidores mirar, agarrar y listo".
A diferencia de las etiquetas actuales, que se encuentran en la parte trasera de los paquetes, las nuevas serían visibles al frente, presentando información clave de manera rápida y sencilla. Esta propuesta se basa en tres años de investigación, que incluyeron el análisis de sistemas de etiquetado frontal implementados en países como Canadá, Reino Unido y Chile. Pruebas realizadas a 10,000 consumidores mostraron que este formato es más fácil de comprender.
Si la norma es aprobada, los fabricantes tendrán hasta cuatro años para cumplir con la regulación.
Reacciones a la propuesta
La iniciativa ha recibido tanto apoyo como críticas:
- Defensores: Grupos como el Centro para la Ciencia en el Interés Público consideran la medida un avance significativo, aunque sugieren que un formato de advertencia más contundente podría ser aún más efectivo. Algunos expertos creen que estas etiquetas también incentivarán a las empresas a reformular sus productos para evitar clasificaciones negativas.
- Críticas: La industria alimentaria, representada por Sarah Gallo de la Asociación de Marcas de Consumo, señala que las etiquetas podrían carecer de detalles importantes como las calorías y nutrientes esenciales. Por su parte, el senador Bernie Sanders calificó la propuesta como insuficiente para enfrentar los riesgos de los alimentos ultraprocesados.
Anna Grummon, del Laboratorio de Política Alimentaria de Stanford, resaltó un beneficio potencial: las empresas podrían reducir niveles de azúcar, sal o grasa para evitar etiquetas negativas, lo que representaría una victoria para los consumidores.
Este cambio busca no solo informar mejor al público, sino también fomentar un entorno alimentario más saludable.