La vida social protege de los accidentes cerebrovasculares, las infecciones, sugieren las proteínas de la sangre

— Redacción El Tiempo

Este estudio resalta la relevancia de mantener relaciones sociales activas para la salud. Publicado en Nature Human Behavior, revela que el aislamiento social y la soledad no solo afectan el bienestar emocional, sino que también tienen un impacto físico al desencadenar cambios en el sistema inmunológico y aumentar el riesgo de enfermedades graves como enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y diabetes tipo 2.

Principales hallazgos del estudio:

  • Proteínas asociadas con la soledad: Se identificaron proteínas en la sangre que se elevan debido al aislamiento y la soledad, muchas de las cuales están vinculadas a la inflamación y otras condiciones de salud. De las 175 proteínas relacionadas con el aislamiento social y 26 con la soledad, algunas son fundamentales para la respuesta inmunológica y enfermedades crónicas.

  • ADM y su impacto: La proteína ADM, asociada con la regulación del estrés y la oxitocina, mostró niveles elevados en personas solitarias. Esto se vinculó con un mayor riesgo de muerte prematura y afecciones como enfermedad cardíaca, demencia y accidente cerebrovascular. Además, se observó que la ADM elevada estaba relacionada con una reducción en el tamaño de ciertas áreas cerebrales, como la ínsula y el caudado izquierdo, que son cruciales para el procesamiento emocional y social.

  • ASGR1 y enfermedades cardíacas: Otra proteína clave, ASGR1, se relacionó con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, dado que está asociada con el colesterol elevado y otros biomarcadores metabólicos y hematológicos.

  • Otros efectos en la salud: El estudio también encontró que la soledad puede contribuir al desarrollo de la resistencia a la insulina, endurecimiento de las arterias y progresión de ciertos tipos de cáncer.

Implicaciones para la salud pública

Los resultados subrayan la importancia de las relaciones sociales en la prevención de enfermedades. Mantener una vida social activa no solo beneficia el bienestar emocional, sino que también puede reducir el riesgo de desarrollar afecciones crónicas graves. Esto resalta la necesidad de apoyar iniciativas que promuevan el contacto social, especialmente en poblaciones más vulnerables al aislamiento.

 
 

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