Un brote misterioso en la República Democrática del Congo (RDC) ha alarmado a la comunidad global de salud. Desde octubre de 2024, la enfermedad ha afectado a más de 400 personas, con al menos 31 muertes confirmadas, en su mayoría niños menores de cinco años.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha desplegado equipos para investigar y contener la emergencia en la zona sanitaria de Panzi, ubicada en la provincia de Kwango, una región rural de difícil acceso debido a las lluvias intensas.
¿Qué se sabe del brote?
El epicentro del brote está en Panzi, donde los síntomas predominantes incluyen fiebre (96.5% de los casos), tos (87.9%), fatiga, dolor corporal y, en los casos más graves, dificultad respiratoria, anemia y desnutrición aguda. Un 71% de las muertes corresponden a menores de 15 años, y más de la mitad de ellas son niños menores de cinco años.
Aunque se han iniciado pruebas de laboratorio para identificar la causa exacta, las primeras hipótesis incluyen enfermedades respiratorias como neumonía, gripe y COVID-19, así como sarampión y malaria, todas potencialmente agravadas por la desnutrición crónica en la región.
Respuestas iniciales
La OMS y el Ministerio de Salud de la RDC han movilizado equipos para contener la propagación. Las medidas incluyen:
- Fortalecer la vigilancia epidemiológica: Realización de búsquedas activas de casos y mejora en la detección en centros de salud y comunidades.
- Aumentar la capacidad diagnóstica: Distribución de pruebas rápidas de malaria y COVID-19, así como el fortalecimiento de los laboratorios locales.
- Capacitar al personal sanitario: Formación en prácticas de prevención y control de infecciones.
- Involucrar a las comunidades: Educando sobre los síntomas y la importancia de buscar atención médica temprana.
Impacto humanitario y riesgos futuros
El brote también ha resaltado las graves vulnerabilidades en la infraestructura de salud en la región, con baja cobertura de vacunación y recursos médicos limitados. La inseguridad alimentaria, impulsada por dificultades económicas y desplazamientos forzados, ha debilitado aún más a la población local, especialmente a los niños. Además, existe el riesgo de que el brote se extienda hacia países vecinos, como Angola, lo que mantiene a las autoridades alertas.
La OMS ha recomendado mejorar la infraestructura de comunicaciones, asegurar el suministro de medicamentos esenciales y coordinar esfuerzos con los países cercanos para evitar la propagación transfronteriza de la enfermedad.