Lenny Kravitz ofreció un concierto único en el Palacio de los Deportes, con una energía que fue de un rock n' roll saturado de sonidos intensos y acelerados a un rock más tranquilo, influenciado por el soul, R&B y blues.
A pesar de la evolución de su estilo musical, la intensidad y agresividad de sus melodías siguieron presentes, pero en una forma más pausada, invitando al público a disfrutar de la música desde sus asientos en lugar de saltar o empujarse.
Vestido con su característica mezcla de mezclilla, rastas y lentes oscuros, Lenny apareció con su inconfundible presencia, mientras que las luces y pantallas del escenario seguían al ritmo de la música. Las imágenes de Kravitz y su banda, con atuendos retro, se proyectaban en las pantallas, mientras que las luces estroboscópicas iluminaban el escenario, creando un ambiente vibrante pero a la vez desconcertante.
En cuanto a su actitud sobre el escenario, Lenny se mostró centrado en su música, disfrutando del momento sin dejarse llevar por los gritos del público. Su forma de moverse, aunque no muy ágil, era inconfundible, especialmente en canciones como “Bring It On”, donde sus movimientos sensuales y su presencia magnética conquistaron a la audiencia. No tardó en acercarse a sus fans, interactuando con ellos y agradeciendo su apoyo, con gestos como levantar el puño o señalar con el dedo mientras caminaba lentamente por el escenario.
Lenny también se mostró profundamente agradecido con su público, cambiando de inglés a español con fluidez. Sus palabras sobre la conexión con los mexicanos fueron emotivas, destacando el amor y la energía que siempre recibe en sus conciertos. Su conexión con el público fue tal que varios fans le gritaron "¡Lenny, hermano, ya eres mexicano!", lo que provocó una reacción de agradecimiento en el cantante, quien se agachó en señal de respeto.
El concierto continuó con Lenny tocando sus grandes éxitos, como “I Belong to You” y “Stillness of Heart”, y transmitiendo un mensaje de amor y unidad. En su discurso final, Lenny enfatizó que "el dinero no compra la felicidad" y destacó la importancia de mantener la paz y la armonía interior.
La noche terminó con los clásicos “Human”, “Fly Away” y “Let Love Rule”, dejando a un público satisfecho que coreó su nombre hasta el final. Lenny Kravitz, una vez más, demostró su amor por México y por su gente, cerrando un concierto memorable ante más de 18,000 personas.