Enrique Borja se puso contra la venta de los Pumas
En los años sesenta, el futbol mexicano vivió uno de los momentos más polémicos en su historia. En el año 1969, el entonces goleador y figura de los Pumas, Enrique Borja, fue vendido al América sin su consentimiento. Desde luego, el jugador se resistió lo que pudo, pero al final no pudo hacer nada.
El icónico atacante mexicano narró como fue su traspaso de la UNAM a las Águilas del América. En un prinicipio, el ex delantero se negó y buscó por todos los medios que la transacción se detuviera, pero no lo logró.
“El presidente del equipo (Andrade Pradillo) me dice que los profesores no pueden ganar menos que los jugadores. Yo le dije con todo el respeto que me merece, los profesores debían también estar muy bien pagados. Pasa algo curioso, pero más que eso, triste y molesto, salió en un periódico, que el presidente decía que si a mí me daban cinco pesos más, él presentaba su renuncia. Me dio mucho coraje porque no se trataba solo de mí, sino de todos los que tenemos el sueño de jugar futbol y ganar dinero también”, comentó en una entrevista para La Afición.
Luego de la molestia de Borja con el entonces presidente de los felinos, este aceptó la mejora de contrato que pedía el delantero. La única condición que había es que tenía que hablar con Guillermo Cañedo, entonces presidente del América. De hecho, de ahí salió la famosa frase de que “yo no soy un costal de papas”.
¿Cómo pidió ayuda al presidente Enrique Borja?
Luego de que lo habían vendido sin su consentimiento, Enrique dejó en claro que no se quería marchar de los Pumas. De hecho, intentó por todos los medios quedarse en la institución como acudir con el entonces rector. Al final, nadie le pudo dar una respuesta y fue que le dijeron que hablara con el presidente de México.
“Hablé con el rector, no pudo arreglar nada, platicando con mis papás me dicen que por qué no iba a ver a Gustavo Díaz Ordaz, quien era el Presidente de México, llevaba buena relación con él porque lo fuimos a ver después del Mundial del 66″.
A pesar de que incluso se acercó al entonces presidente de México, las cosas no salieron como él esperaba.
Finalmente, Borja considera que después del trago amargo, el hecho de estar en América se convirtió en algo incríble.
“Para mí, Emilio Azcárraga, después de mi papá, fue la persona más importante en mi vida y en mi trayectoria. Una cosa que comenzó por un momento difícil se convirtió en una cosa hermosísima”.