A pesar de los esfuerzos de las autoridades de salud de EE. UU., las tasas de vacunación contra la gripe y el COVID-19 siguen siendo bajas en muchos sectores de la población.
Según los datos más recientes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), hasta el 9 de noviembre, solo el 34.7% de los adultos han recibido la vacuna contra la influenza y un 17.9% se ha aplicado el último refuerzo contra el COVID-19. Estos porcentajes sugieren que muchos estadounidenses, agotados por la cantidad de vacunas durante la pandemia, están ignorando las recomendaciones de las autoridades de salud.
Además, una encuesta de los CDC muestra que un 41% de los adultos sigue indeciso sobre recibir ambas vacunas, lo que podría indicar un cambio en el comportamiento hacia la vacunación conforme avanza la temporada.
La situación es aún más preocupante en el caso de la vacuna contra el virus respiratorio sincitial (VSR), especialmente importante para los adultos mayores. Hasta el 9 de noviembre, aproximadamente el 40% de las personas mayores de 75 años habían recibido esta vacuna, pero una encuesta adicional reveló que muchas personas no están bien informadas sobre el VSR y su vacuna, lo que podría estar contribuyendo a las bajas tasas de vacunación.
El informe también destaca que las tasas de vacunación contra el COVID-19 y el VSR son especialmente bajas en los hogares de ancianos, donde solo el 30% de los residentes se han vacunado contra el COVID-19 y 58.4% contra la gripe. Además, menos del 18% de los residentes de estos centros han recibido la vacuna contra el VSR. Este fenómeno es más pronunciado en los estados del sur de EE. UU., donde la desinformación y la desconfianza sobre las vacunas parecen estar jugando un papel crucial.
Los expertos sugieren que una mayor educación y una recomendación firme de los proveedores de atención médica podrían aumentar las tasas de vacunación, especialmente entre los residentes de hogares de ancianos, que son más vulnerables a enfermedades respiratorias graves. La desinformación y la duda sobre la seguridad y eficacia de las vacunas siguen siendo obstáculos significativos para mejorar la cobertura de vacunación.