Chivas termina de fracasar en el Apertura 2024
Ocurrió la misma noche. Chivas conjuga impecablemente el verbo fracasar, y América se le escabulle del ataúd a Xolos.
Uno se va al limbo y otro se infiltra, desprolijo y harapiento, pero vivo y amenazante, a la Liguilla del futbol mexicano.
Son los contrastes de los equipos más populares y populacheros del país, porque aquello de grandeza, en México, es un mito sobado de la mercadotecnia. Los grandes construyen imperios y los vulgares repican las campanas de vez en vez, con la asiduidad del accidente.
1.- El limbo, el universo de los intrascendentes, ahí habita el Guadalajara, que ha ganado un título en 18 años y se le descarapela ese trofeo, por la pifia generosa del árbitro Luis Enrique Santander.
2.- América, aún con la sombra ronroneante de la sospecha sobre el Gato Ortiz, es el Bicampeón vigente, que se escurrió vivo de Tijuana y que tuvo que encomendarse al arcángel Malagón en la ronda de penaltis, y tal vez ampararse en algunas pifias del que los legionarios del #ÓdiameMás, ya llaman Aguilaí Escobedo.
La diferencia es que Chivas escupe, reniega, insulta, el prestigio que le dio el Campeonísimo, al grado de que esa pléyade ya parece una leyenda urbana, un mito.
Encima, se burlan del Guadalajara dos de los jugadores más caros del futbol mexicano: Javier Hernández arrastró su decrepitud, nuevamente, y el Pocho Guzmán ofreció el partido de su vida en el Rebaño, como un acto de sublime cinismo, para poder negociar la extensión de su millonario contrato.
América, en tanto, ratificó su nivel de resiliencia ante las contingencias. Se le salió dos veces de la tumba a Xolos. Juan Carlos Osorio había trazado un plan maestro para apergollar a El Nido. Lo hacía bien hasta que Nico Díaz tiró una burda patada, despejó el balón, pero le descuadró la quijada a Fidalgo, al mantener el pie arriba y retorcerlo, como escolapio prófugo de Cobra Kai.