El beso, además de ser una manifestación emocional, es un acto cargado de implicaciones científicas. Según un estudio publicado en la revista Microbiome, durante un beso de 10 segundos, una pareja puede intercambiar hasta 80 millones de bacterias.
Este fenómeno fue documentado mediante un experimento que utilizó un yogur macrobiótico para rastrear el paso de las bacterias.
Aunque este dato pueda sonar sorprendente, la mayoría de las bacterias intercambiadas son inofensivas y forman parte del microbioma oral, un ecosistema crucial para la salud bucal y general. No obstante, si no se mantiene una adecuada higiene bucal, este intercambio puede estar asociado con problemas de salud como mal aliento, caries o enfermedades en las encías.
La boca, debido a su temperatura y humedad, es un ambiente propicio para el crecimiento de microorganismos. Para prevenir molestias o afecciones más serias, se recomienda mantener una rutina de higiene adecuada: cepillarse los dientes al menos dos veces al día, usar hilo dental y visitar regularmente al dentista.
Aunque la mayoría de las bacterias compartidas en un beso son inofensivas, es importante evitar este tipo de contacto cuando se presentan enfermedades infecciosas, como gripes o infecciones bucales. Así, el equilibrio entre el romance y la salud bucal se convierte en clave para mantener nuestra salud y la de nuestra pareja.