Un estudio reciente sugiere que consumir cacao o té verde podría ayudar a proteger la salud de quienes recurren a alimentos grasos, como galletas, papas fritas o helados, durante momentos de estrés.
Beber cacao rico en flavonoides junto con una comida grasosa puede contrarrestar parcialmente el impacto de las grasas en el cuerpo, especialmente en los vasos sanguíneos, según los investigadores. Los flavanoles, compuestos presentes en frutas, verduras, té y frutos secos, tienen propiedades beneficiosas para la salud, como regular la presión arterial y proteger el sistema cardiovascular.
En el estudio, los investigadores pidieron a jóvenes adultos sanos que consumieran una comida rica en grasas (dos croissants de mantequilla, una rebanada y media de queso cheddar, y media pinta de leche entera). Los participantes fueron asignados a beber cacao con alto o bajo contenido de flavonoides, y luego realizaron una tarea matemática estresante mientras se monitoreaba su función vascular y actividad cardíaca.
El estrés provocado por la tarea aumentó la frecuencia cardiaca y la presión arterial de los participantes, de manera similar a situaciones estresantes cotidianas. Aquellos que consumieron alimentos grasos junto con una bebida baja en flavonoides experimentaron una función reducida en los vasos sanguíneos durante hasta 90 minutos después de la prueba. Sin embargo, el grupo que consumió cacao con alto contenido de flavonoides no presentó este deterioro en la función vascular.
El estudio, publicado en la revista Food & Function, demuestra que los alimentos ricos en flavonoides pueden ser una estrategia para mitigar los efectos negativos de elecciones alimentarias poco saludables en el sistema vascular. Los investigadores sugieren consumir cacao mínimamente procesado o té verde o negro, y recomiendan una ingesta diaria de entre 400 y 600 miligramos de flavanoles, lo que se puede lograr con dos tazas de té o combinando bayas, manzanas y cacao de alta calidad.
El investigador Jet Veldhuijzen van Zanten señala que, dado el estrés de la vida moderna, pequeños cambios como estos podrían marcar una gran diferencia en la protección contra los efectos negativos del estrés.