Dormir poco no te hace más productivo: eres candidato a padecer demencia

Hace algunas décadas, los trabajadores se enorgullecían de dormir poco, sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que, en lugar de aumentar la productividad, la falta de sueño contribuye al desarrollo de enfermedades degenerativas graves como la demencia.

La relación entre la calidad del sueño y la salud cognitiva ha sido objeto de numerosos estudios. Según la Universidad Central de Queensland, dormir menos de cinco horas al día tiene efectos similares a conducir bajo los efectos del alcohol: reduce la concentración, altera la toma de decisiones y distorsiona la percepción social.

Russell Foster, experto en neurociencia circadiana, señala que durante el sueño el cerebro realiza un proceso de "limpieza" al eliminar proteínas como la beta amiloide, que se asocian con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. La falta de descanso interfiere con este proceso, lo que incrementa el riesgo de acumulación de estas sustancias y, en consecuencia, de desarrollar demencia, particularmente en personas predispuestas.

El cambio cultural necesario La idea de subestimar el sueño tiene raíces históricas profundas. Durante la Revolución Industrial, descansar se consideraba un signo de debilidad, reservado solo para quienes podían permitírselo. Esta creencia, que perduró por siglos, está empezando a cambiar en la actualidad.

Figuras como Melinda Gates han sido parte de este cambio cultural. En su juventud, Gates sacrificaba horas de sueño en busca de productividad, pero ahora reconoce el impacto negativo de esta práctica en su salud. Actualmente, duerme al menos siete horas cada noche, considerando el sueño como una inversión esencial para su bienestar físico y mental.

Claves para mejorar la calidad del sueño Lograr un descanso reparador no es imposible, pero requiere dedicación y estrategias adecuadas. Algunas recomendaciones clave incluyen:

  • Establecer una rutina regular de sueño: acostarse y levantarse a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana.
  • Crear un ambiente adecuado para dormir: evitar ruidos, luces fuertes y mantener una temperatura confortable.
  • Limitar el uso de dispositivos electrónicos antes de acostarse: la luz azul reduce la producción de melatonina, la hormona que favorece el sueño.
  • Practicar técnicas de relajación: desde meditación hasta ejercicios de respiración profunda.
  • Mantener una alimentación equilibrada: evitar comidas pesadas y estimulantes como la cafeína antes de dormir.

El sueño como prioridad en salud pública Dado el aumento de enfermedades neurodegenerativas a nivel mundial, comprender el valor del sueño y fomentar hábitos saludables desde la infancia es más urgente que nunca. Lejos de ser un desperdicio de tiempo, dormir bien es un pilar esencial para nuestra salud física y mental.

El reto ahora es cultural: educar y promover el descanso como una necesidad vital, no como un lujo. En una era donde "estar ocupado" se asocia con éxito, es hora de reconocer que priorizar el sueño podría ser el paso más inteligente hacia una sociedad más sana y productiva.

 
 

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