El seguimiento cognitivo a largo plazo está justificado tras un primer ictus

Un estudio reciente ha demostrado que un primer ictus en adultos mayores está relacionado con un deterioro neurocognitivo considerable inmediato y con una aceleración del deterioro a largo plazo, lo que destaca la necesidad de un seguimiento cognitivo continuo en este grupo de pacientes.

Los resultados de la investigación, que incluyó 14 cohortes internacionales de adultos mayores, evidencian que el ictus provoca un deterioro cognitivo agudo significativo y una pequeña, pero importante, aceleración del ritmo de declive neurocognitivo con el tiempo.

La autora principal, Jessica Lo, bioestadística e investigadora asociada en el Centro para el Envejecimiento Cerebral Saludable de la University of New South Wales en Sídney, Australia, destacó la importancia de las evaluaciones cognitivas en atención primaria, ya que el deterioro neurocognitivo a menudo no se diagnostica en los hospitales. Recomienda que los médicos incluyan evaluaciones cognitivas a largo plazo en los planes de atención y utilicen pruebas neuropsicológicas más sensibles para detectar signos tempranos de deterioro, lo que permitiría una intervención temprana y mejores resultados. También mencionó que, aunque la atención post-ictus generalmente incluye rehabilitación física, no se ofrece la rehabilitación cognitiva adecuada, algo que muchos centros de rehabilitación no están preparados para proporcionar.

El estudio, publicado en JAMA Network Open el 2 de octubre, utilizó datos de 14 estudios de cohortes poblacionales que incluyeron a 20.860 adultos (edad promedio: 73 años; 59 % mujeres) para analizar el impacto de un primer ictus en la función cognitiva antes y después del evento.

El análisis mostró que, tras un seguimiento promedio de 7,5 años, 1.041 adultos (5 % de los participantes) sufrieron un primer ictus alrededor de 4,5 años después del inicio del estudio. Los resultados ajustados indicaron que el ictus se asoció con un deterioro agudo de 0,25 desviaciones estándar en la cognición global y con una aceleración pequeña pero significativa en la tasa de declive neurocognitivo de -0,038 desviaciones estándar por año. También se observó un descenso significativo en todos los dominios cognitivos, excepto en la memoria, con efectos fluctuantes entre -0,17 y -0,22 desviaciones estándar. Además, las puntuaciones del Mini-Examen del Estado Mental (MMSE) también disminuyeron tras el ictus.

 
 

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