El dolor torácico recurrente, acompañado de angina, en personas con ciertos tipos de enfermedad cardíaca puede ser complicado de tratar, pero un nuevo stent con diseño de reloj de arena podría representar un avance significativo, según un estudio reciente. Investigadores de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota, encontraron que los pacientes con enfermedad microvascular, que afecta los pequeños vasos sanguíneos del corazón, experimentaron mejoras notables tras recibir este nuevo stent.
Este hallazgo es importante ya que, según el Dr. Amir Lerman, cardiólogo de Mayo y autor principal del estudio, los pacientes con disfunción microvascular previamente tenían dificultades para controlar su angina crónica, lo que limitaba severamente sus actividades diarias. Los resultados fueron publicados el 6 de noviembre en el Journal of the American College of Cardiology: Cardiovascular Interventions.
La angina, según la Asociación Americana del Corazón, no es una enfermedad en sí misma, sino un síntoma de problemas cardíacos. Se describe como un dolor o malestar en el pecho que ocurre cuando el músculo cardíaco no recibe suficiente oxígeno. En el caso de la enfermedad microvascular, aunque las arterias principales del corazón no estén bloqueadas, los vasos más pequeños pueden estar comprometidos, lo que reduce el flujo sanguíneo y provoca angina.
Este tipo de dolor torácico recurrente es característico de la enfermedad microvascular, y afecta hasta dos tercios de las personas que se someten a una angiografía coronaria para diagnosticar el dolor torácico. La angina recurrente puede ser debilitante, impidiendo que las personas realicen tareas cotidianas. Hasta ahora, el tratamiento consistía principalmente en medicamentos o recomendaciones para adoptar un estilo de vida más saludable.
El nuevo stent, que tiene un diseño único con una parte central más estrecha, parece ayudar a restaurar el flujo sanguíneo en los pequeños vasos del corazón. En un ensayo clínico con 30 pacientes con enfermedad microvascular y angina, más del 75% de los participantes reportaron mejoras significativas en su vida diaria después de recibir el stent. Los pacientes que antes no podían caminar distancias cortas o subir escaleras sin dolor, pudieron realizar esas actividades sin molestias.
El Dr. Lerman destacó que, además de reducir el dolor torácico y permitir a los pacientes realizar más actividades físicas, muchos de los participantes mostraron una relación entre las mejoras en su flujo sanguíneo máximo y los cambios en su calidad de vida. Se cree que el diseño del stent aumenta la "contrapresión" en los vasos más pequeños, lo que mejora la distribución del flujo sanguíneo.
Sin embargo, no todos los pacientes se beneficiaron del dispositivo. Entre el 20 y el 30% no experimentaron alivio, lo que sugiere que hay factores aún desconocidos que podrían explicar esta falta de eficacia. Los investigadores planean investigar más a fondo las razones de estos resultados en futuros estudios.