Bendición disfrazada de desgracia en Indianapolis

 Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

Yo soy el primero en decir que una franquicia siempre tiene que pensar en el futuro, además del presente.

Anthony Richardson es uno de los mariscales más atléticos de la historia, lo cual no equivale a jugar la posición en buen nivel, tiene 22 años de edad, y los Indianapolis Colts invirtieron la cuarta selección del draft del 2023 en él.

Tiene sentido tenerle más paciencia que al resto.

Cuando lo escogieron, los Colts sabían que iba a tomarle tiempo desarrollarse tras tener apenas 13 titularidades a nivel universitario, y obviamente, perderse casi toda su primera temporada por una lesión en el hombro no ayudó.

Pero su talento crudo era tanto, que el potencial obnubiló a la franquicia, que soñaba con que Richardson pudiese realizar una transformación a lo Josh Allen, quien cuando llegó a la liga, era uno de los quarterbacks más imprecisos de la NFL. Después de mucho trabajo, y de realizar un "mapeo digital", para alterar su mecánica, hoy Allen es uno de los mejores mariscales de la liga.

El problema es que, por ahora, Richardson está más cerca de Mitchell Trubisky, quien también llegó a la NFL con apenas 13 titularidades a nivel universitario, que a Josh Allen.

Richardson aún luce perdido en muchas ocasiones, sin leer las defensivas con la velocidad necesaria, y con una imprecisión alarmante. Tal es así, que en sus primeros seis partidos esta temporada, completó apenas el 44.4 por ciento de sus pases, que representa el quinto peor porcentaje después de seis encuentros en el último cuarto de siglo en la NFL.

 

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